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Mi eclipse total y… personal

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* Por Javier Sepúlveda desde La Higuera en la zona cero

La Higuera en penumbra. (Fotografía Javier Sepúlveda).

La relación padre – hijo a veces es compleja. Hay, tal vez, demasiados elementos que distancian. Y es normal, son generaciones diferentes con gustos, costumbres y formas de ver las cosas muy distintas. Pero siempre hay cosas que unen: la misma sangre que corre por las venas, el fútbol o cualquier otro hobby. En mi caso, hay varios de esos elementos de encuentro (y de desencuentro). Pero la idea que tuvo Ignacio, mi hijo, hace más de dos años sobre la temporada de eclipses fue un elemento de unión. Y uno muy fuerte.

Él, quien es muy interesado en la astrología, me habló que en 2020 tendríamos en Pucón un eclipse total; pero que además, en 2019, habría otro en la zona norte de Chile. Y comenzamos a planearlo para ir. Y fue un proceso lento. Hubo momentos en los que nos preguntamos que si valdría la pena ir a la región de Coquimbo este 2 de julio, ya que tendríamos uno en nuestra propia tierra. Y llegamos a la conclusión que que vivir el primero sería una más que interesante experiencia. Aprenderíamos  y lo veríamos desde otro punto de vista cuando nos tocara en Pucón. Y por eso nos envalentonamos y decidimos ir como familia.

Comenzamos a planificarlo con bastante tiempo. Cómo viajaríamos (lo hicimos en bus por el temor a los atochamientos); cuáles serían los mejores puntos de observación y decidimos que La Higuera era un buen lugar para presenciar el fenómeno. La Higuera es un pueblo pequeño, muy pequeño en realidad. No más de 1.500 personas viven ahí. Los propios habitantes te ofrecían los servicios básicos. Y si bien había lugares para comer o usar baños; obviamente no dio abasto para recibir a las cerca de 150 mil personas que llegaron ahí. 

Pero estar en el lugar fue maravilloso. Veías personas de todos los estratos sociales. Gente de clase media, de pocos recursos, hasta súper ricos que llegaron en helicóptero. Pero daba igual, las clases sociales no eran tema. Una utopía que por algunas horas se hizo tangible. Sobre la oscuridad total, de verdad creo que no existen las palabras para describirlo. El horizonte se ve con luz, se ven los planetas; se ven las estrellas. Después es como si estuviera amaneciendo. La verdad es que es muy emocionante y sólo recordarlo hace que las lágrimas quieran volver a mis ojos como lo hicieron en la penumbra total.

Esto es un mega evento y en Pucón tendremos que trabajar mucho. Creo que nosotros tenemos el plus de que sabemos recibir a la gente. Independiente de eso, todos tenemos que capacitarnos porque es probable que nunca hayamos vivido una experiencia similar. Me parece que eso acá no ocurrió y no fue solo en el punto cero, sino que en casi toda el área en la que estuve no estaban las condiciones para recibir a los visitantes. Y de los tacos y atochamientos ni hablar. Pero nos vamos conformes y más que eso, felices.

* Javier Sepúlveda es puconino, experto guía local y colaborador permanente de La Voz de Pucón.

Los tacos fueron una característica de la jornada. (Fotografía Javier Sepúlveda).

 

Los científicos buscaban las mejores posiciones para apreciar el fenómeno. (Fotografía Javier Sepúlveda).

 

Cualquier medio de transporte servía para llegar a la zona cero del eclipse en La Higuera. (Fotografía Javier Sepúlveda).

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