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Editorial

Violación: homicidio a la conciencia

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Estamos golpeados, choqueados, tristes e indignados. La noticia del suicidio de la joven Antonia el pasado fin de semana nos caló profundo, principalmente por las razones (denunciadas por los padres) que la llevaron a tomar tal decisión. Nos parece una noticia terrible que debe llevarnos a reflexionar como sociedad y a asumir posiciones para enmendar en todas aquellas cosas en donde hemos perdido el rumbo.  

Apenas nos enteramos de esta noticia, surgió en medio de las reuniones de coordinación y de pautas la reflexión de qué hace que una niña de 20 años pueda guardar por más de  20 días un secreto tan terrible y que prefiera quitarse la vida antes de gritarlo al mundo con el objeto de buscar justicia. No pretendemos entenderlo desde esta tribuna. No caeremos en la arrogancia de creernos con la capacidad de hacerlo, pero sin embargo  creemos que sí es posible establecer ciertos elementos sobre los cuales debemos aprender.  

Resulta intrigante establecer qué hace que las mujeres que son víctimas de este deleznable delito se vean inmersas en la vergüenza propia, como asumiendo algún tipo de culpabilidad de los hechos, al punto de preferir guardarlo en secreto en vez del clamor de la justicia y en algunos casos (como pareciera ser éste) inclusive preferir la muerte antes de exponerlo. Las respuestas pueden ser múltiples, pero el desafío es cómo creamos un cambio cultural tan profundo que establezcamos que no existe ninguna circunstancia en donde la víctima de una violación sea algo diferente que eso: víctima.   Y que eso esté establecido en todos las instancias de nuestra sociedad: las judiciales, las personas, las políticas y, quizás la más difícil, la conversación de sobremesa de cada chileno.  

Debemos esforzarnos en hacer de nuestro país un ambiente seguro en donde la violencia sexual no forme parte del patrimonio de las relaciones humanas. Aunque parezca utópico e inviable esto no debe limitarnos a gritarlo desde todas las trincheras posibles. La violación es un homicidio a la consciencia de la víctima, cualquiera sea el contexto en donde se dé (Cerca del 25% de las mujeres, a nivel mundial, ha sufrido alguna vez abusos sexuales por parte de su esposo o compañero. Fuente: Organización Mundial de la Salud). Basta de la invisibilización de la consciencia del otro en pro de deleites personales. El egoísmo carcome y deja de manifiesto la necesidad profunda de un cambio interno en la propia humanidad. Este cambio no viene con leyes. Las leyes no son capaces de legislar en las camas de los chilenos. Este cambio se hace con empapar la consciencia a una nueva mentalidad, y aunque el camino sea largo y tortuoso debemos recorrerlo ya. No sólo por Antonia, sino por nosotros, por nuestras hijas y por las y los  que vendrán.

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