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Opinión

Crisis social: Chile y el futuro de la polis

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Por Ernesto Vásquez B. Magíster en Derecho y Doctorando. Académico Derecho, U. de Chile y U. de Santiago. Ex fiscal De Santiago.

Desde siempre me ha apasionado la mirada global del hombre de la polis y su armonía, es el sueño de todo sujeto ligado al derecho; construir bajo las directrices de la armonía una sociedad más justa. Nunca usar el atajo de la violencia, porque el régimen jurídico es paz y en su mejor versión, protección del débil. Un Estado democrático de derecho, es un sistema donde la democracia –el gobierno de las mayorías con respeto a las minorías— es el medio imperfecto cuyo fin es la justicia humana. Nos gusten o no, los partidos políticos y la independencia de los poderes del Estado, son de la esencia sistémica. La asamblea es un buen lugar de deliberación, empero no es la mejor esfera de definición, la mano alzada que expone la virtud de la pureza del valiente, esconde el miedo del que necesita suplantar su deseo por el grito de la jauría que si se desobedece, le pudiere significar la funa infinita.

La historia está llena de usos y abusos de la palabra pueblo o libertad. Por definición valórica desconfío de aquellos que venden igualdad total. El mundo ha sido semilla fértil de varios que con la magia de la igualdad, prometen quitarte las cadenas de opresión y terminan por despojarte de todo, libertad incluida y surgen como en la metamorfosis ideológica llena de cinismos, los líderes que han sido designados por alguna divinidad del más allá u otras creadas en la tierra, siendo un infierno para sus pueblos. 

En fin, la caída del Muro de Berlín demostró el fracaso de un proyecto de sociedad donde el atajo de Marx por el sistema democrático hacia una sociedad que producida la tesis, la antítesis y la síntesis, creaba una igualdad a toda costa, que se cayó a pedazos o la votó el mismo pueblo germano. Si nos dieran a elegir —se ha dicho— es preferible luchar por la libertad y luego por el pan.  Ni el Estado por sí mismo ni el mercado de manera autónoma pueden hacer lo suyo para lograr el bienestar armónico de las personas. Las ideologías y soluciones que solo han buscado el bienestar material, normalmente nivelando hacia abajo, han logrado solo ruina y miseria. El ser humano nuevo suele estrellarse cual líder con pie de barro con la tentación de caer en el abuso de poder, vetar y perseguir al que piensa contrario, denostar al que no sigue la ruta señalada y como si fuese poco —predicar con la maldad entre sus manos— usar y abusar de su calidad de familiar de alguno, para saltarse la fila de la vida; conspirar, usar el soplonaje, abusar de los espacios de poder que la jerarquía o el rol le han otorgado, construir sobre el miedo, la infamia y el soplonaje en plena democracia. 

Hace unos días comentaba a un colega, que fue testigo de esto, un sujeto que no ubicaba, cuando la efímera fama de un caso relevante me sobreexponía, se acercó a saludarme con especial cercanía; al irse no supe quién era, mi colega –Alejandro- me ilustró de quien se trataba. Pasó el tiempo y aunque me lo encontré unido a la cresta del poder, lo saludé recordando su tan amistosa otrora cercanía. Esta vez, apenas me dio la mano, supe que no le servía, somos seres desechables.

Recuerdo mis años de dirigente estudiantil en el liceo y la universidad, también en los barrios de Santiago poniente. En la lucha por la democracia, éramos los primeros. Nunca estuvimos los jóvenes al inicio de la fila para los privilegios, siempre estábamos al final; para recibir algo de lo que sobraba luego de repartir entre los más necesitados y sí, tomamos la guaripola del inicio de la marcha o demanda, para trabajar por la gente en la población. No fuimos los primeros ni nos interesaba serlo, el norte estaba en luchar por la gota de justicia que podemos entregar los seres humanos en la sociedad durante el transcurso de nuestra vida. Eso he tratado de hacer, creí habíamos avanzado bastante, dejando la miseria de la pobreza extrema, millones de pobres superaron esa condición con la llegada de la democracia, los barrios pobres no eran lo mismo que otrora. Un y medio millones de inmigrantes llegaron a estas latitudes, el sistema de mercado donde hubo espacios de bienestar, desnudó algunos problemas de segunda generación. Ya no bastaba tener siete líneas de metro, pasar de miles a millones de estudiantes universitarios; fallamos en la educación básica y secundaria. Las entidades de seguro de salud y previsional, sembraron con sus avaricia nudos críticos como mecha donde cualquier chispa pudiere hacer explotar un estallido, el cual unido al caos que el lumpen busca ocasionar para vivir en su plenitud, nos hizo borrar treinta años. 

Todos niegan el avance económico, muchos indican que había hasta esclavitud encubierta y nuestras entidades policiales han quedado en entredicho por informes internacionales que nos han hecho escuchar lo que jamás imaginamos, que en nuestro país se han violado los derechos humanos. Una daga a quienes creímos en el arcoíris y una zancadilla a la democracia donde algunos desean ganar por asamblea o secretaría, lo que las urnas jamás les darían. El desafío es retomar la senda de la democracia con justicia social y buscar los verdaderos nudos críticos que si bien significan recursos, otros son cambios culturales y de directriz política, los mejores en los lugares más necesitados, reforma a las entidades policiales, trabajando con quienes hemos manifestado desde la teoría y la práctica los puntos críticos para volver a reencontrar a dichas entidades policiales con la comunidad y profesionalizar al máximo sus estructuras recogiendo todo lo positivo que poseen y rectificando lo mal habido. 

Del Chile del futuro somos todos responsables, siendo empáticos con el semejante, pues los derechos humanos parten por el respeto al prójimo y aislar en democracia a quienes buscan solo la violencia y el caos, pues no existe la sociedad perfecta, frente a los conflictos solo el Estado democrático de derecho y un Poder Judicial independiente, puede ser la única vía plausible para el porvenir de la patria. Todos mirando hacia el cielo en busca de un futuro mejor y un país con más armonía.

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