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Editorial

Álvarez y el blindaje  

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La reciente salida de Francisco Torres de la administración municipal de Pucón marca el cierre de un capítulo que, a ojos de la ciudadanía y la crítica política, se extendió mucho más allá de lo prudente. No estamos presenciando meramente un ajuste de gabinete o una rotación técnica habitual; sino que estamos ante el desenlace de una crisis de manejo político  que definió, para bien o para mal, el tono del primer año de gestión del alcalde Sebastián Álvarez.

Es un hecho objetivo que el Administrador Municipal se erigió como la figura más controversial dentro de la nueva administración. Esto, por las reiteradas crisis que mantuvo desde que este medio destapó sus causas penales, su juicio de arriendo y los despidos cuestionados, entre otras cosas. Sin embargo el problema no radica en la persona de Torres, sino en la temeraria y casi imprudente decisión política del alcalde Álvarez de mantenerlo en el cargo contra viento y marea, a pesar de las críticas internas y externas. 

Durante meses, fuimos testigos de cómo la máxima autoridad comunal decidió blindar a su funcionario de confianza, invirtiendo en ello su propio capital político. Fue una apuesta de alto riesgo: defender lo indefendible mientras la base de apoyo se erosionaba. Lo más decidor de este episodio fue la revelación entregada por el vocero municipal, Eduardo Tello en nuestro programa Mirada Local, quien con franqueza aseguró que desde el municipio se priorizó la defensa personal del Administrador por sobre el daño reputacional que esto ejercía hacia la administración política del nuevo alcalde. Esta declaración es el reflejo de una administración que durante este año ha demostrado una cuota peligrosa de indiferencia ante la opinión pública. Pareciese que se ha gobernado bajo la premisa de que el ruido externo no importa, una desconexión con el sentir ciudadano que, finalmente, está pasándole la cuenta.

Hoy, con la salida de Torres consumada, surge la interrogante inevitable: ¿valió la pena todo el costo político y el desgaste institucional para terminar tomando la decisión que la realidad exigía hace meses? La obstinación ha tenido un precio. Al dilatar lo inevitable, la administración Álvarez no demostró fortaleza, sino una impericia política. Pareciese que se intenta inventar la rueda nuevamente en cuanto a comunicación estratégica, ignorando lecciones básicas de la política moderna.

Desde esta redacción queremos que a las autoridades  electas democráticamente les vaya bien, porque eso significa que a Pucón le va mejor, pero las circunstancias actuales demandan un manejo político y comunicacional a la altura de los tiempos modernos, la rapidez de la comunicación  y el periodismo independiente no permitirán licencias imprudentes como las que hemos visto este año. Todos los liderazgos deben saber rectificar a tiempo, entendiendo que la lealtad mal entendida puede convertirse en el peor enemigo de una gestión política eficiente.

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