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Editorial

El gimnasio y la casa: la ley pareja sí es dura

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Durante la semana conocimos dos situaciones que, aunque algo distantes, tienen algunos puntos en común y de contraste. La primera es como luego de casi diez años la autoridad regional del ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) le dio “luz verde” al empresario inmobiliario José Miguel Martabid para que pueda regularizar la casa – mansión que el hombre de negocios tiene en el sector de Correntoso. Esto, pese a que la edificación fue considerada en varias instancias administrativas y judiciales como “irregularizable”. 

El segundo caso es el del gimnasio local Kona el que está cerrado sin poder operar desde hace casi un mes debido a que la edificación, como muchas de Pucón, no está regularizada. Y pese a los esfuerzos e inversión del dueño del emprendimiento deportivo, la burocracia municipal y estatal ha sido estricta y ha mantenido el local cerrado sin siquiera otorgarle una patente provisoria para poder operar mientras cierra la tramitación. 

Ahora, llama la atención el contraste entre un caso y otro. El primero contó con la anuencia de una autoridad regional que le permitió una interpretación legal favorable y, finalmente, poder poner en regla una edificación que partió mal (con un permiso en 2016 que no estaba en línea con lo edificado posteriormente) y que le significó al respetado empresario inmobiliario un escándalo que saltó a los medios nacionales y le costó más de cien millones de pesos en multas. En el caso del Kona, los esfuerzos del propietario chocan con el muro de la burocracia la que, muchas veces, adolece de sentido común y también, hay que decirlo, criterio. 

El sentido de esta editorial es visibilizar el contraste de ambas situaciones, pero también es proponer un llamado a nuestras autoridades. Es evidente que como comunidad venimos de una administración más laxa en el ámbito de las fiscalizaciones y más liberal con los emprendimientos. Y es verdad que, probablemente, muchas veces se estiró al máximo la flexibilidad de las normas. Ahora, el trance de pasar a otra que hace gala de que “la ley pareja no es dura” y rigidiza la mano en torno a la fiscalización de actividades legales, aunque no siempre cumplidoras de la extensa lista de normas que exige la formalización, es duro. Por lo mismo el llamado es a tratar de ser ayuda a los emprendedores, más que ser una barrera muy difícil (o imposible) de cruzar. Entendemos que ese adagio que dice que “la ley pareja no es dura” tiene matices. 

Por eso proponemos un período de transición, con amonestaciones y apoyo a los emprendedores de siempre para ordenar. Estamos seguros que todos quienes están en este mundo del emprendimiento quieren poder funcionar de la mejor forma que puedan. Definitivamente la ley pareja siempre es más dura para los que tienen menos recursos para gestionar con las autoridades de turno.

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