Editorial
Propuesta de corporación de deportes y cultura

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En la semana conocimos la propuesta del Administrador Municipal, Francisco Torres, de crear una corporación municipal de deportes y cultura. La idea, según se supo, es poder generar un estamento de carácter público-privado que permita la administración de recursos, de espacios públicos como el Polideportivo y la producción de eventos, entre otras cosas.
Ahora, si bien es complejo validar o rechazar una idea sin conocer todos los antecedentes, hay cosas que saltan a la vista. Lo primero es que nos parece acertado lanzar la propuesta en una comisión del concejo. Es decir, en una instancia previa, en la que los ediles puedan conocerla y comenzar a “masticarla” con miras a su evaluación y destino como proyecto.
Lo segundo relevante es que nos parece bueno buscar fórmulas para tratar de simplificar esa compleja maraña de trámites y exigencias que significa la burocracia pública en Chile. El solo hecho de pretender crear un organismo de este tipo habla, en parte, de la conciencia de nuestras autoridades de que, lamentablemente, el sistema público en Chile es ingrato, sobre todo con el emprendimiento. Y a veces, quienes ejercen los cargos de autoridad lo hacen más complejo aún con interpretaciones “espartanas” de las normas.
Lo tercero y final, es que no hay que perder de vista que varios de los casos de corrupción municipal conocidos en el país se trataba de corporaciones público-privadas que servían, muchas veces, como cajas pagadoras de los intereses políticos de las autoridades de turno. Solo en 2023 hubo 642 causas investigadas por el Ministerio Público relacionadas a delitos de fraude al fisco o malversación de fondos en municipios. Una gran parte de ellas, en estas corporaciones.
Por lo mismo, de darse luz verde a una idea como esta es condición clave que se genere una base administrativa prístina y supervigilable. Es decir, que exista claridad de las funciones, roles, objetivos y, por sobre todo, transparencia en el manejo de los recursos. También, por cierto, poner a gerenciar a personas idóneas y no amigos o “cercanos” a las autoridades de turno. Y finalmente, que los concejales estén encima y en una permanente auditoría del manejo del dinero y los bienes. Así las cosas se mantendrán claras y por el camino correcto. Cualquier escala menor a eso es inaceptable.