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Opinión

El delito y las municipalidades

*Por Francisco Vega Duarte

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Es compleja la vida en comunidad, así como en los lugares de trabajo, colegios, instituciones en general. Más aún es compleja si estas unidades tienen en su interior culturas organizacionales dispares, como son las municipalidades y en particular sus emergentes direcciones de Seguridad Pública.

Como toda política pública, las políticas en seguridad pública son lineamientos estatales y gubernamentales diseñadas por las instituciones políticas democráticas de cada una de las repúblicas, a fin de enfrentar el delito, las inseguridades y miedos de la ciudadanía. Esto se hace en base a la acción de control y orden público, implementación de justicia y persecución penal para el apoyo a las víctimas, medidas preventivas a nivel social y situacional, y las casi siempre olvidadas medidas de reinserción y rehabilitación.

La implementación de estos marcos institucionales ha traído cambios tanto a nivel nacional, como regional y local. Hay un nuevo ministerio de Seguridad, hay una nueva ley de Seguridad Privada, reformas a nivel regional y reformas sobre las potestades de la seguridad municipal. Al respecto, en este nivel, hoy hay planes comunales y consejos de seguridad pública. Hay un sistema nacional de seguridad pública que asigna recursos permanentes. Hay formación y capacitación. En síntesis, hay una cierta institucionalidad.

Los problemas están siempre en la implementación a nivel municipal, En la región cada uno de los 32 municipios tiene una unidad de Seguridad Pública. Puede ser dirección, departamento, unidad o programa. Puede estar vinculada a Gestión de Riesgos y Desastres, en otros, siendo paragua para la implementación de programas gubernamentales al interior del municipio. Algunos optan por iniciativas más tecnológicas, otros más vinculados a la prevención social o vehículos y patrullajes.

Los alcaldes en algunos casos, asumiendo un supuesto no del todo válido o consistente, han considerado como mejor persona para dirigir seguridad pública municipal a un exuniformado, de preferencia carabinero. En este supuesto habría una cierta lógica sobre la capacidad de mando, mejores vínculos con las policías, capacidad de dirección de sus recursos humanos y legitimidad en la comunidad local. No es menos cierto que hay una variedad de jefaturas de seguridad en los municipios de la región, incluyendo excarabineros, exPDI, así como profesionales municipales que han ido adquiriendo las competencias y capacidades, de profesiones diversas.

El mando municipal no es seguridad pública en rigor, es más bien prevención del delito. Cuando era estudiante recuerdo un ex profesor (fundador de Evópoli, exembajador en Italia) que decía «los civiles acatamos razones y los uniformados órdenes». Una jefatura de dirección debe ser capaz de comprender tanto los diferentes ámbitos de la gestión local de la seguridad pública y prevención del delito, así como las diferentes personas, disciplinas y oficios que puedan desempeñar los colaboradores.   

Por otro lado, es posible identificar complicaciones con las policías, en tanto enrarece la interacción entre la oficialidad vigente y exfuncionarios policiales. Las policías con cuerpos disciplinados, jerárquicos no deliberantes. Están constituidas por funcionarios que aspiran a continuar con su carrera funcionaria. Pero qué pasa cuando un teniente, capitán o mayor y todos hacia abajo, en alguna comuna deben interlocutar con un directivo de seguridad municipal que, por su paso por las instituciones policiales, llegó al mayor nivel en la jerarquía (como es el caso de Pucón), o que por último, le da cuenta de los años de servicio prestados en el pasado. Nuevamente, una cosa deben hacer las policías, otra cosa las unidades municipales de seguridad.

Al ser una política pública la gestión local de la seguridad pública y prevención del delito, esta es hecha para la civilidad. Sin entrar a que Carabineros es una policía militarizada, esta tiene orientaciones de control y orden público, cuando lo pertinente para dirigir una unidad municipal en la materia está en comprender la orientación hacia la prevención, fiscalización, intervención social, uso de tecnologías, apoyo a víctimas y en las mejores posibilidades, la reinserción y rehabilitación. 

Nadie desconoce que hay un saber hacer en dirección de unidades, logística e inteligencia propia de los cuerpos de orden público, como tampoco el compromiso de cada exfuncionario de seguir prestando sus conocimiento para la mejor seguridad de cada una de las ciudadanas y ciudadanos de las comunas. Lo pertinente es considerar que en el espacio local los municipios están en un proceso evolutivo de puesta en marcha de este ámbito de política pública. Es decir, es un proceso de ensayo y error.

La dirección, el mando, la jefatura de estás unidades municipales deben ser capaces de lidiar con lo urgente y lo importante, con los exigencias y lineamientos (cuando los hay) de sus autoridades, además de cómo responder a las preguntas como ¿qué se debe enfrentar? ¿Dónde enfrentarlo? Esto en un contexto institucional que define hoy variados campos de trabajo de estas unidades, así como variadas identidades sociales y culturales en las comunidades locales, incluyendo la variedad de colaboradores, sus funciones y profesiones/oficios.

No es fácil. Pero los liderazgos alcaldicios deben asumir ellos primeramente una respuesta clara sobre si quieren efectismo o efectividad. Y ahí estamos todos convocados, aportando desde su expertise y  experiencia a resguardar la tranquilidad y protección de las personas, sus familias y comunidades.

*Francisco Vega Duarte es Licenciado en Ciencia Política UC.; Magíster en Gobierno y Sociedad UAH y Ex Coordinador Regional de Seguridad Pública en La Araucanía.

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