Opinión
Parquímetro virtual: cuando la tecnología se vuelve indolente
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*Por Cristian Hernández
La implementación del nuevo sistema de estacionamientos en Pucón, a través de una aplicación móvil operada por una empresa privada, representa un cambio profundo que merece ser analizado con seriedad. No porque la modernización sea de por sí negativa. De hecho es necesario un cobro efectivo, eficaz, pero no hay que perder la perspectiva.
Es evidente que debe existir una adaptación con criterios de justicia, accesibilidad y sobre todo realidad local. Y en este caso, esas consideraciones parecen haber quedado bastante relegadas. En primer lugar, es muy necesario aclarar que en Pucón se han licitado estacionamientos desde hace 27 años. Y este cobro genera ingresos que, por cierto, son muy útiles. En mis últimos períodos como concejal me preocupé de dejar claro cuál debe ser su inamovible destino. Y eso se ha mantenido, al parecer.
Pero también es necesario que se transparente que en esta “transformadora licitación”, por más que se maquille comunicacionalmente que se reduce en algunas calles el cobro, se aumenta la cantidad de lugares. El propósito final es recaudar, por lo mismo el llamado es a no confundirse. Eso debe quedar claro, no es problema ni el punto de mi preocupación, Pero me es muy necesario reflexionar al respecto de lo que se viene con los cobros de estacionamiento digitalizados.
El primer problema es evidente. Quien no tenga un smartphone, ni acceso a internet será multado. Es una medida que, más allá de cualquier intención tecnológica, plantea dudas legales. No se puede condicionar un acto obligatorio, como pagar estacionamiento, a la posesión de un dispositivo electrónico. Eso, por mucho que se habilite un medio alternativo de pago como hacerlo en locales comerciales habilitados para ellos. De por sí, eso genera una complicación extra y muy poco amigable.
Lo anterior es una barrera artificial que, muy probablemente, terminará judicializándose, porque por más que los inspectores tengan que dejar sus reales funciones de fiscalizar —aparte de andar pendiente de los scooters— tendrán que estar atentos de los parquímetros. Y todos saben que la evasión nunca se persigue, nunca se sanciona a pesar de que la ordenanza esté hecha a la medida de cualquier empresa tecnológica.
A esto se suma una dimensión social que no debe ignorarse: Pucón es una comuna con alta ruralidad y un número significativo de adultos mayores. Imponerles un sistema mayoritariamente digitalizado, no es solo imprudente; sino que es injusto y casi indolente. Tanto que raya en la crueldad.
Las políticas públicas deben adaptarse a la comunidad que sirven, no exigir que la comunidad se adapte a ellas sin considerar sus capacidades y realidades. Sin menoscabar ni mucho menos poner en duda sus increíbles competencias, sino que es un hecho de la causa que la brecha digital se ha encargado de comprobar en nuestra comuna.
Otro aspecto crítico es el impacto en los propios puconinos. Durante años los residentes no han pagado estacionamiento durante gran parte del año y esto es una costumbre normalizada por la particularidad local. Sin embargo, con el nuevo sistema, cualquiera que compre un vehículo en otra comuna deberá pagar estacionamiento en Pucón, aún cuando nunca antes lo había hecho. Y lo más paradójico: no podrá obtener su permiso de circulación en Pucón hasta el año siguiente, pero sí deberá pagar por estacionarse en las calles de Pucón. Esto genera una inconsistencia difícil de justificar.
Otro aspecto que deberíamos reflexionar es sobre el fomento de la visita fuera de temporada (marzo a diciembre). Definitivamente no es una buena idea cobrar estacionamiento durante todo el año. Los turistas, por su parte, también se verán obligados a descargar una aplicación para estacionar. O, simplemente, elegir un destino más amigable. Y Pucón, por sus características, ya les exige suficiente: largas horas en los únicos accesos a la ciudad, caminos con dificultades, ruta deficiente al volcán, condiciones climáticas complejas para acceder a atractivos turísticos, entre otros, que a pesar de los esfuerzos cada verano se agudizan. En los hechos, se instalará otra barrera de entrada en contra del siempre válido objetivo de romper con la estacionalidad.
Si este sistema funciona en Vitacura, donde la alcaldesa es Evópoli —tal como el alcalde local— y lo promueve para todo el país, eso no significa que pueda funcionar en Pucón. Replicar soluciones sin considerar el contexto es un error frecuente en la gestión de esta administración y no es el ánimo de que Pucón se siga exponiendo a esto; y ahora el “eventual detrimento” ya no sea solo a los recursos públicos, sino que también directamente al de los ciudadanos. En Temuco, por poner un ejemplo, este sistema lo tuvieron que erradicar y volver a un sistema más convencional, probado y con menos evasión.
No se trata de tirar para abajo la comuna o un proyecto que se presenta como innovador y vanguardista, pero Pucón no es Vitacura; ni demográfica, ni cultural, ni territorialmente. Las políticas deben diseñarse para la realidad local, no para ajustarse a estándares urbanos que no corresponden al nuestro bajo ningún punto de vista.
Pensar así es una mezcla de indolencia y crueldad. Sobre todo con los que han vivido acá desde los tiempos antiguos, hasta los avecindados últimamente. Por donde se mire, es una carga tecnológica y económica adicional para todos los conductores. La modernización es bienvenida cuando incluye, facilita y mejora la vida de las personas. Pero cuando excluye, dificulta o genera desigualdad, es necesario detenerse, revisar y replantear. Pucón necesita avanzar, sí, pero de manera coherente con su identidad, su gente y sus necesidades reales. Este sistema de estacionamientos, tal como está planteado, merece una revisión profunda. Aún se está a tiempo de revisar y corregir, antes que genere un daño irreparable a nuestra comunidad.

*Cristian Hernández exconcejal RN de Pucón.
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