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Los contrastes de Sebastián a un año de su llegada a la alcaldía
- Aciertos y errores o luces y sombras de los primeros doce meses de la autoridad comunal, quien cierra este primer ciclo en medio de la crisis por el denominado “Caso Sobresueldos” y sin Administrador Municipal; pero también con el impulso de políticas públicas con potencial de aporte y transformarse en gatilladores de cambio.
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Dos cosas llamaron la atención en la llegada del alcalde Sebastián Álvarez a la municipalidad hace casi un año, el pasado seis de diciembre, día que asumió el cargo (se cumple este sábado el primer aniversario). La primera fue lo duro del mensaje en su asunción en el Hotel Enjoy Pucón, en el que apuntaba, directamente, a la administración de su antecesor, Carlos Barra. Habló vehementemente de una “crisis” en su discurso inaugural y se enfocó, principalmente, en la Educación municipalizada. “No puede ser que haya déficit porque los niños no asisten, porque los buses están malos. No puede ser que un repuesto tarde tres meses en llegar y reponer para que los niños asistan a clases”, dijo esa vez entre aplausos. Y de hecho, así fue. Una de las primeras pautas de prensa de Álvarez fue sobre el mal estado de los colegios y anunció una inversión de más de $400 millones enfocados, principalmente, en infraestructura.
Lo segundo que llamó la atención fue que el mismo día que asumió, anunció un plan de transparencia total y austeridad en el uso de los recursos públicos. Incluso plasmó su idea de poner paredes de vidrio al interior del edificio consistorial. Palabras que más de algún detractor trajo a colación (con memes incluidos) una vez que estallara el bullado “Caso Sobresueldos”, que se ha tomado la agenda las últimas semanas y que lo dejó, entre otras cosas, sin su Administrador y hombre fuerte en estos primeros doce meses, Francisco Torres. Este fue destituido hace un poco más de una semana e ingresó un recurso de protección para revertir la medida.
Pero así como los contrastes que marcaron su discurso de resguardo de los recursos versus los altos sueldos de sus asesores más cercanos (con bonos incluidos que luego pidió devolver); la administración Álvarez ha vivido un año intenso y de contrastes. Con aciertos importantes como su trabajo con los emprendedores que, por fin, ordenó en algo el tema del comercio ambulante cosa que su antecesor nunca logró poner un límite claro. Pero también con errores no forzados como sacar la tradicional bandera del volcán y el arcoiris que tocó fibras importantes de los puconinos. Sobre todo de los “nacidos y criados” o los “NYC” como los identifican en la interna municipal.
Pero si fuera por destacar solo los aciertos en el intenso año de Álvarez, la “alcaldía en terreno” estaría seguro entre los primeros del ránking. La sola idea de llevar los servicios y a los directores hasta los diferentes sectores de la comuna, principalmente, rurales generó un espacio de diálogo que, de por sí, es un avance. Ahora, si se concreta todo lo planificado en esos encuentros la instancia no tendría puntos bajos. El contraste de esto, el diseño de los denominados “gestores territoriales” que, al parecer, nunca han cuajado bien como idea y han estado en permanente tela de juicio, principalmente, por los liderazgos vecinales y sus dirigencias.
Comunicación y política
Y si fuera por las bajas; es probable que en el ámbito comunicacional estuviera el mayor déficit. Esto, pese a la pulsión comunicativa del jefe comunal de aparecer en todo y llenar cada espacio de las redes sociales municipales y las personales (muchas veces ambas tienden a confundirse). Pareciera ser que cada avance, cada hito o cada acción pública tuviera que ser comunicada. Y no siempre es así, según varios manuales de la comunicación estratégica básica. Esto por el permanente riesgo de sobreexposición.
Álvarez tampoco destacó en el manejo de las crisis. Partiendo por las que le generó casi de manera permanente el destituido Administrador, Francisco Torres. Siempre reaccionó y casi nunca se adelantó para retomar la agenda. Trató de explicar y se enredó en la lógica “buenista” del “no juzgamiento público” (a la que se sumaron malamente los concejales) a un funcionario clave en el desarrollo local y en el manejo de un presupuesto de más de $30 mil millones que fue incapaz de cerrar a tiempo un pequeño (casi diminuto) caso judicial de arriendo impago. Simplemente prefirió estirarlo hasta más no poder y generar cuestionamientos permanentes que, a la larga, terminaron por desgastar al mismo alcalde.
Lo que viene
Las claves para identificar lo que viene en esta administración están, probablemente, en entender cómo Álvarez va a reordenar sus equipos. Relevante será a quién nombre como nuevo Administrador Municipal. La lucha interna (que en público se niega, pero en privado se reconoce) entre las denominadas “dos almas” de su administración pareciera tener ganadores evidentes. La burocracia temuquense representada por Torres, el periodista Jéfferson Adaro y el asesor Iván Soriano quedó desmejorada. Tanto así que ya se planteó que el cargo de Soriano no viene presupuestado para el 2026. Es decir, esa labor de “supernumerario” (por ponerlo en clave Opus Dei) del control administrativo ya no estará para el próximo año. Tampoco, obviamente, su cuestionado sueldo de $4,5 millones.
Pero lo anterior no quiere decir que Soriano se vaya de Pucón. Está la posibilidad de que asuma el cargo de jefe de Finanzas en Educación con una remuneración, eso sí, más acotada ($2,3 millones aproximadamente). Sobre el tercero de este grupo, el periodista Jéfferson Adaro, no hay demasiada claridad. Hace unos días, hubo un fuerte rumor de que ya no seguiría en Comunicaciones. Pero con el correr de las horas eso se ha diluido y, en los hechos, se mantiene cumpliendo sus funciones con normalidad. Con todo, hay que esperar hasta el fin de año cuando se cumpla su contrato y ver si se le renueva.
Quienes conocen la interna municipal aseguran que existe voluntad de hacer ajustes a un modelo que, a todas luces, no funcionó con la prolijidad esperada (y anunciada). Saben, eso sí, que aún hay tiempo de enmendar y trabajar duro los próximos tres años que quedan de gestión. Aseguran que, con algo de suerte, los meses pasarán y las incomodidades del primer año quedarán atrás. La meta de la reelección en 2028 no está perdida para nada; aunque se haya puesto algo cuesta arriba por la compleja interna en la derecha local y los “callos” que ha pisado en estos doce meses; sobre todo los de su octogenario antecesor. A eso hay que sumarle su increíble capacidad de unir a la izquierda y a la derecha con el “nuevo bloque” de concejales que se formó para confrontarlo por el “Caso Sobresueldos”. Con ello le dio, indudablemente, fuerza a quien se ha transformado en su némesis en el concejo, la exfrenteamplista Verónica Castillo. Pese a lo anterior, en la interna del edificio consistorial de la avenida O’Higgins confían en que el tiempo aún les juega a favor para revertir y acomodar lo político. Eso, aunque entienden que el tiempo nunca —o pocas veces— es un bien abundante.
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