Editorial
Por favor, no rompan todo

Justo el día antes del fin de semana largo fuimos testigos de cómo el personal de la municipalidad demolía una terraza de un restaurante en la emblemática calle Fresia. Y más allá del debate sobre el cumplir o no la Ley y las ordenanzas de la municipalidad (en este diario siempre estaremos del lado de la legalidad); nos llama la atención el efecto y el impacto que esto podría tener un gremio muy golpeado por las diferentes crisis que nos ha tocado vivir como país y como comunidad (estallido social, pandemia y volcán, entre otros).
El punto es que sería iluso desconocer que la economía de Pucón se mueve gracias a la actividad turística que representa cerca de los 80% de los ingresos comunitarios. Y los que mueven este negocio no son, precisamente, los funcionarios públicos; sino que los privados que arriesgan su capital e invierten sus vidas en sacar adelante sus proyectos que generan empleos y aportan al desarrollo de nuestra comunidad.
Por lo mismo nos llama la atención que, no sólo con el tema de las terrazas, sino que con otros como las regularizaciones, permisos de edificación, patentes, entre otros; los privados deben sufrir el rigor de quienes tienen la autoridad de autorizar o frenar un emprendimiento. Pareciera ser que se encuentra más oposición que facilidades a la hora de iniciar una actividad comercial. Y esto, muchas veces, generado y promovido por personas que no entienden o no tienen la experiencia del emprendimiento lo que provoca, por cierto, bajos niveles de empatía con quienes invierten sus vidas en los negocios. Y más que eso, hay políticas públicas que se promueven y no consideran la opinión de la fuerza económica que mueve a nuestra comuna. Ese no es el camino del desarrollo que necesitamos.
Por lo mismo, el llamado es a nuestras autoridades a convocar al sentido común y ser facilitadores más que “piedras de tropiezo” para quienes asumen el riesgo y la aventura de emprender e invertir. La escena de funcionarios municipales rompiendo y demoliendo una edificación levantada por un privado es demasiado fuerte y envía una señal que pudiera ser contradictoria y poco estimulante para quienes anhelan tener sus negocios y aportar a nuestra golpeada industria turística. En ese contexto es clave que nuestro municipio propicie espacios de desarrollo para los negocios locales. Entendemos que hay ideas que se pueden llevar a cabo y que no incumplen con ninguna normativa legal para que esta temporada de verano que viene sea un oásis en medio del desierto que vivimos desde octubre de 2019. El mensaje es “por favor, no rompan todo”.