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Willy Hatcher: la historia del triatlón antes del Ironman

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  • El empresario de origen colombiano gerenció el Gran Hotel en los años 80 y para atraer público ideó que esta competencia se corriera en la zona. Luego de eso, un periodista la bautizó como “la carrera más linda del mundo” y un pueblo desconocido fue puesto, literalmente, en el mapa.

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William Hatcher (79) recalca que su nombre es sin “s” final. Dice que es “William” y no “Williams” porque la “s” marca que es apellido y no un nombre de pila. Por eso se preocupa cuando lo pronuncia y lo marca con fuerza. Luego de hacerlo se ríe. Tampoco le gustan mucho los videos y acuerda que esta entrevista sea sólo grabada en audio y luego escrita. Sólo acepta una pieza audiovisual para la promoción. En fin, William Hatcher o, simplemente Willy Hatcher o más puconino aún, “don Willy”; se da el tiempo para hablar de historia. De esa que conoce bien. De esa del Pucón de los ‘80 cuando la temporada duraba 45 días y luego sólo quedaban los locales mirándose los unos con los otros. 

Y Hatcher más que un observador privilegiado y sobreviviente del siglo pasado, fue un actor preponderante en los albores del turismo tal como se conoce actualmente en la zona. De hecho fue quien tuvo la idea de traer a Pucón una competencia nueva que vio por primera vez en la California donde vivió por varios años. Era el triatlón. Y esta es la historia. Bueno, la historia antes de que fuera un Ironman 70.3. En realidad la historia antes de que fuera siquiera un evento formal. 

Willy Hatcher nació en Colombia en febrero del 45. Pero luego de graduarse de bachillerato emigró a Estados Unidos donde pasó gran parte de su vida. En el país del norte conoció a una chilena que lo enamoró y lo trajo a Pucón. La chilena era hermana de Carlos Urzúa, el empresario hotelero quien le propuso el proyecto de hacerse cargo del Gran Hotel Pucón. Y ahí asumió como gerente en julio de 1983. “Llegamos cuando era un hotel de temporada. Abría para la fiesta de Año Nuevo y se cerraba después de Semana Santa dependiendo de cómo venía”, recuerda y agrega que cuando le propusieron venirse, pidió una semana para pensarlo, buscó en el mapa y Pucón ni siquiera aparecía: “Estaba Villarrica, pero no Pucón”.

Pero bueno. Ahí partió su historia en Pucón. Y el hombre se movió con eventos y promociones con el objetivo de traer gente a Pucón y al hotel. Sus primeras ideas eran traer al público del otro lado de la cordillera. Pero la tarea no era sencilla. “Nadie conocía a Pucón en San Martín, Junín, General Roca y Neuquén. De Bahía Blanca y más allá menos”, dice. Y así, poco a poco, trató de promover al pequeño Pucón. Y en esos intentos apareció la idea del triatlón. 

“El triatlón nace porque yo en Estados Unidos hacía mucho Cross Country y cuando salió el triatlón como deporte comencé a correr, pero eran carreras que se llamaban ‘Tin Man’ que significa ‘hombre de lata’ no de ‘acero’ porque eran carreras cortas. No había trajes de agua, no había la tecnología de ahora. Entonces corrías estas carreras muy entretenidas, cortas, que eran de natación, bicicleta y trote”, recuerda.

Y cuando se hizo la primera triatlón en Chile en 1984, en la Laguna Carén, Hatcher compitió. Y de ahí nació la idea de llevar el evento a Pucón. Por lo mismo, conversó con los organizadores, Rafael Quiroga y José Luis Koifman. Y el asunto prendió: “Yo me acerqué y les dije ‘mire, yo soy de Pucón, hagámosla en Pucón y yo les pongo todo’. A las dos semanas me dice ok, se vino y vimos el recorrido. Estaba (Luis Hernán) Echeñique de alcalde y lo único que me dijo (el alcalde) ‘no vaya hasta Villarrica en bicicleta, quédese en Pucón’”. 

Hatcher, ahora dueño de una de las agencias con mayor historia en la comuna: Sol y Nieve, dice que lo primero en que pensó para lo del trote era llevar a los atletas a la península. Y si bien hubo algo de resistencia por la poca posibilidad de que el tramo tenga espectadores; el empresario y gerente (en ese tiempo) del Hotel Pucón logró su cometido. En 1987 fue la primera carrera y participaron 180 competidores aproximadamente. Pero más que eso, se involucraron familias puconinas completas y veraneantes en la organización. Incluso, el connotado periodista deportivo de TVN, Micheal Müller, era el encargado del micrófono y anunciar a los ganadores: “Esa primera carrera fue un éxito. El Hotel Pucón se llenó. Y ahí partimos”. 

Pero no fue hasta el año siguiente (1988) que el evento explotó. Rafael Quiroga, quien estaba en la organización junto a Hatcher y a Koifman, tuvo una gran idea: invitar al periodista especializado de la revista Triathlete Magazine, C.J. Olivares. Y este redactor quedó maravillado con Pucón. Tanto así que la motejó como “la carrera más linda del mundo”. Y la frase, que nació con la imagen de corredores corriendo con un volcán del fondo y un lago a sus pies; acompaña a la competencia hasta estos días. Y eso no es poco. 

“Rafael lo conoció y lo invitó (a Olivares). Yo lo miraba por Pucón. Porque yo estaba en el hotel. Yo quería traer a toda esta gente para que conozcan esta maravilla. Marck Allen (famoso triatleta de los ‘80) se venía una semana invitado por nosotros. Acá embarazó a su esposa, Julie Moss”, recuerda Hatcher entre risas. 

En los once años que Willy Hatcher y sus socios (formaron una empresa que se llamaba Ultra Sport) se hicieron cargo de la carrera, se vivieron las que serían, probablemente, las versiones más icónicas del evento. Principalmente por la disputa del campeón estadounidense, Marck Allen con el crédito local, Cristian Bustos. Además de eso, por Pucón se pasearon campeones mundiales de la especialidad. Todos maravillados con el volcán, el lago, las termas y las maravillas que entrega la zona. 

Ya con el paso de las décadas, Hatcher se ha convertido en un observador privilegiado del desarrollo de Pucón en general, pero también del de la carrera en particular. Según él, sigue siendo una gran competencia: “Es una carrera fantástica. Tremenda. Ahora es más impersonal sí. Ahora se trae a los corredores de afuera. Si llegan el jueves, ojalá que lo hagan el viernes, compitan y que se vayan el domingo en la noche. Usted viene a correr, se le paga y listo. Antes igual se pagaba una cuota por presentación y había un premio; pero el huevón (se refiere al corredor) se me quedaba una semana”. Ahora, según Hatcher, la carrera, sin dejar de ser espectacular, es más fría e impersonal. “Es un negocio; pero la carrera es una tremenda carrera”. 

Sobre si le gustaría algún reconocimiento, William dice que no. Que ya le han hecho reconocimientos y que todo está bien. Y probablemente sea verdad. El reconocimiento es permanente de parte de los puconinos “nacidos y criados” por acá. Esos que saben quién es Willy Hatcher; el hombre que ayudó a que Pucón estuviera en los mapas. Un verdadero Ironman.

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