Opinión
El gallinero revuelto
(*Por Josefina Rodríguez)

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Un gallo cuida a sus gallinas, impone orden, respeto, pero deja que cada una cumpla su función, y en conjunto se preocupan de que los pollitos, de que estén bien cuidados, que nada falte, y sientan que son prioridad.
Esta analogía es lo que debería pasar en un gobierno comunal, donde más allá de los colores políticos (hay tantos como tipos de gallinas existen), lo principal son quienes viven dentro de ese gallinero. Si bien, el gallo siempre será la cara visible, las gallinas pueden hacer gestiones por el bien común de todos los pollos, eso es trabajo en equipo, y eso es lo que los pollos quieren ver: que los más grandes con poder de gestión y decisión se unan.
Hoy, los emprendedores de Pucón son los que se han visto perjudicados, porque una gallina, que es de una raza distinta que el gallo, hizo una gestión que no fue respaldada por el jefe del gallinero, aún cuando —al parecer— siempre estuvo informado de la misma. La gestión de la gallina cumplió todos y cada uno de los pasos que en la práctica debían cumplir, y aún más, el gallo molesto, trató de acelerar el paso, alcanzar en las gestiones a la gallina, y no lo consiguió de la manera que él quería.
Ahora bien, si nos damos cuenta, ambos querían lo mismo, ¿qué es? Que los emprendedores de Pucón, tuvieran un espacio seguro y protegido para comercializar sus productos en una fecha que nuestra comuna se llena de vida, y nos preguntamos: “¿Si el fondo es el mismo, pero varió la forma, por qué pasó esto?” Por que recordemos que hay distintas razas de gallos y gallinas, y si bien quieren lo mismo, esto no significa que actúen del mismo modo, aunque es clave que dentro del gallinero, donde se forma una comunidad, todos debemos ser amables, cordiales, respetuosos, cercanos, honestos, empáticos, etc…
Hoy, en la situación que afecta a cientos de emprendedores, llegó el avicultor regional y le dice al gallo y a la gallina que estén tranquilos, que las cosas que ambos quieren hacer en beneficio del gallinero completo se puede hacer, y así todos felices y contentos. Pero al gallo no le gustó esto, porque sí analizamos, es la gestión de una gallina que se ha extendido a lo que también quiere el gallo, y para él, la raza manda, y se da vueltas, y comienza el “cacareo” para marcar territorio, tomando decisiones que hacen resaltar su gestión donde subsana el no aceptar lo que la gallina y el avicultor le habían propuesto… y así se mantiene la imagen del gallo fuerte, del que manda. Y claro, el gallo consiguió otro lugar, pero quedaron varios pollos heridos.
Yo me pregunto, y aclaro que soy de la misma raza que el gallo, ¿por qué esta situación me incomoda? Porque creo firmemente en la vocación de servicio público, donde las necesidades colectivas y el bienestar común deben ser una prioridad, incluso ante mis expectativas y el ego propio (que es bueno que exista también). Un gallo debe poder trabajar en conjunto con todas las razas de gallinas, porque debe entender que la prioridad son los pollitos, y éstos necesitan que el gallinero esté tranquilo y no revuelto.

*Josefina Rodríguez es una abogada y residente local.