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Las dudas de Felipe, el padre que busca a su hijo extraviado: pide que se intensifique el rastreo

- El progenitor de Valentín Merino (19), dice que espera que se destinen más recursos para dar con el paradero del muchacho, a quien se le perdió el rastro el pasado sábado 15 de febrero.
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La última vez que Felipe Merino (45) vio a su hijo Valentín (19), fue la tarde del pasado sábado 15 de febrero. Fue ahí cuando el joven salió intespectivamente del auto en el que viajaba a Pucón con su padre. Según el progenitor, no hubo discusión o altercado alguno. Solo se bajó en el tradicional taco del acceso poniente a Pucón porque, al parecer, no soportaba la música de tópico cristiano que amenizaba el lento avance.
Desde ahí, Valentín, en principio, se habría juntado con unos amigos; con quienes fue visto por última vez en uno de los caminos interiores de Quetroleufu, desplazándose a pie hacia el río Liucura. Desde ahí nada. Sólo la incertidumbre de no saber nada del chico. Sólo suposiciones y sospechas. Todas ellas alimentadas por un denominador común: la droga. Según su padre, Valentín era consumidor de tusi, una droga sintética muy común entre los jóvenes. Y esto, además, le habría generado una incipiente depresión.
“Valentín desapareció el día sábado. Él tenía que bajar a Pucón a firmar a la comisaría (tenía una causa por microtráfico) y me junté con él. Lo llevé a Pucón y antes de llegar a la Shell se desesperó. Yo venía escuchando música cristiana. Intentó tirarse por la ventana. Paramos y él descendió. No hubo ninguna discusión. Yo sabía que él andaba frágil”, dice Felipe, quien agrega: “Él estaba con un cuadro depresivo y yo necesitaba internarlo para iniciar una rehabilitación. De hecho él se inscribió en el centro para el trato de adicciones en Pucón y tenía hora para marzo”.
Según Felipe Merino, el problema de la droga hacía que el joven tuviera lo que denomina “malas juntas”. Y para el padre, las sospechas en las investigaciones debieran ir por el círculo de amigos del joven: “Las últimas que estuvieron con él deben hablar. Hubo un amigo que lo acompañó todo el tiempo. Hay otro que lo veía frecuentemente. Entonces no hay otra explicación dónde está el ‘Vale’. Ellos saben dónde está”. El problema es que tanto él, como Carabineros, han hecho las preguntas de rigor; pero las respuestas siempre son negativas.
Por ahora el padre, Felipe, pide a las autoridades que intensifiquen las acciones de búsqueda del menor. Esto, porque las esperanzas de encontrarlo con vida, disminuyen con el correr de los días: “Hice la denuncia, luego dieron una orden de investigar. Fui a Bomberos a mostrar la orden y después de una hora, Bomberos fue y trabajó. Al día siguiente, fui a la fiscalía para que le dieran el caso a la SIP (de Carabineros) y encuentro que han trabajado, pero el trabajo no ha sido muy intenso”, cuenta Felipe.
“Yo no sé —agrega— porque no han interrogado a las personas que pudieron hacer algo en contra de Valentín. No sé por qué el Gope (Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros) está acá dando colaboración, ni los perros están buscándolo. ¿Será que no era tan importante?”.
Por ahora, a ocho días de la desaparición y de acuerdo con lo que señala el padre, las esperanzas en torno a que Valentín esté con vida van, más bien, porque se encuentre en alguna casa en “modo carrete”. El problema es que con el correr del tiempo estas “esperanzas” van disminuyendo. Y ahora, Felipe está desesperado.