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Argentino formalizado por doble violación a puconinas arriesga cadena perpetua

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El hombre podría pasar 20 años tras las rejas antes de poder postular a beneficios penitenciarios. Fiscal leyó crudo relato de una de las víctimas. Mujer que se salvó se negó a entregarle el carnet.

Por Rodrigo Vergara

A las 13 horas y 32 minutos una de las dos mujeres que acusaron ser víctimas del argentino Dagoberto Velásquez (47), entró al tribunal. Iba con una capucha rosada. Tenía la mirada baja y escondía su rostro. A pocos metros estaba sentado el imputado. El hombre permanecía con los pies y manos encadenadas. Una herida en su mejilla derecha aún se notaba fresca. Y la cabeza también hacia abajo y el rostro igual escondido. Velásquez, no levantó mucho la mirada. Ni siquiera cuando escuchó al fiscal Carlos Contreras relatar los hechos por los que le formalizó cargos: robo con violación reiterados y manejo en estado de ebriedad. Y tampoco lo hizo cuando el juez José Luis Maureira, decretó la prisión preventiva y desechó todos los argumentos de la defensa. Maureira fue enfático: “Una persona en estas condiciones no puede permanecer en el medio libre”. Y el magistrado decretó la prisión preventiva y dio seis meses de plazo para investigar.

Velásquez, de ser encontrado culpable, arriesga cadena perpetua simple. Es decir, sólo podría optar a algún tipo de beneficios carcelarios luego de 20 años de estar preso.

Pero la audiencia de formalización de cargos en contra del argentino, quien según el Ministerio Público, violó y robó a dos mujeres la noche del pasado miércoles, fue más que la determinación de un juez. Estuvo marcada por el crudo relato que el fiscal Carlos Contreras realizó de los hechos investigados. Dos mujeres y una tercera que se salvó por la actitud. “Quién te crees que eres para pedirme los documentos”, le dijo una joven que salía de su trabajo pasadas las 21:30 horas y que fue encarada en el área de la cancha de fútbol Jeremías Badilla. “Se puso nervioso —continuó el relato— y miró para todos lados. Yo seguí mi camino”, dijo la joven, según lo que leyó el persecutor en la sala de audiencias. Al día siguiente, de acuerdo con el testimonio, cuando la noticia de las dos mujeres atacadas ya era conocida, la trabajadora admitió sentir una cuota de culpabilidad por no llamar a los Carabineros. Pero era casi imposible vislumbrar la historia de violencia extrema que le esperaba a otras dos puconinas.

Según la formalización de cargos, el primer hecho delictivo consumado ocurrió a pocos minutos de abordar a la mujer que logró zafar de la situación. A eso de las 21:50 del miércoles 30 de mayo, Velásquez encara a M. A. C. C. de 34 años. Ella se encontraba fuera de la sede local de la Universidad de la Frontera. Realizaba algo que es común en la ciudad. Ocupar el WiFi abierto del campus universitario, casi en la esquina de Lincoyán con Pedro de Valdivia.

Fue ahí, según el parte policial, que el hombre, primero, le pregunta la hora y luego le dice que es la PDI (Policía de Investigaciones); que está investigando un caso de drogas y que la acompañe. Desde ahí la historia es más o menos conocida. La lleva camino a Caburgua y se mete en uno de los callejones laterales. En ese lugar estaciona su pequeño Mercedes Benz gris, la golpea y la viola oral y vaginalmente. El fiscal Contreras explicó que después de consumar el hecho, el hombre la deja tirada en el sector El Turbio (a 3 km de Pucón). Desde donde es recogida por una persona que la encuentra y la lleva hasta la 9° Comisaría.

El segundo hecho es más o menos similar. Ocurrió a eso de las 22:45. Y esta vez fue una mujer de 56 años e iniciales S.G.R.P. Según la declaración de la víctima, leída por el fiscal Contreras, a esa hora decidió salir a comprar cigarrillos, cuando en Colo Colo con Variante Internacional, fue encarada por el imputado con el mismo ardid. “Se frenó muy fuerte un vehículo del cual se bajó un sujeto de sexo masculino, de edad media con lentes ópticos y acento argentino. Comenzó a gritarme y me pedía el carnet de identidad. Yo le dije que por qué se lo iba a pasar y me dijo ‘soy PDI y la estamos grabando. Estamos haciendo una redada en contra de narcotraficantes. Llevamos cuatro meses trabajando en esto y por fin cayó’”, leyó el representante del Ministerio Público.

Pero el relató de la víctima continuó: “Me empezó a meter miedo, diciéndome que si no le pasaba mi carnet, él me iba a llevar a la central e iba a quedar detenida”.

Desde ahí la historia se vuelve cada vez más violenta. Esto porque el hombre la intimida y la obliga a meterse al vehículo. “Era muy insistente y muy agresivo”, explicó la víctima en su declaración. Finalmente termina entregándole el carnet de identidad. Y por el miedo se sube al auto con el sospechoso. Desde ahí el fiscal Contreras cuenta sobre cómo el hombre arma un ardid en torno a que había sido un error y simulaba llamadas a la central telefónica. Todo con el auto en movimiento.

El testimonio toma ribetes que son terribles. La forma es la misma que la anterior. Se va a un callejón retirado (Pasaje Media Luna) y le cae a golpes en la cara y en todo el cuerpo. La revisa para encontrar su celular. No lo ubica, pero le quita su pequeña cartera y los $70 mil que llevaba. Luego de eso, la violación bucal y vaginal. Un horror de escuchar siquiera.

Pese al schock y al impacto físico y emocional de lo ocurrido, cuando es obligada a bajarse del auto, la víctima cuenta que trató de fijarse en los detalles. Se dio cuenta que tenía pantalones de color obscuro, un polerón color gris y que portaba lentes ópticos. Datos que resultaron clave a la hora de identificar a quien caería detenido cerca de cuatro horas después.

La segunda mujer demoró en llegar a su casa. Pero cuando lo hizo contó la historia a sus hijos, quienes decidieron llamar a Carabineros. La policía, en tanto, ya tenía las alarmas encendidas por el primer relato y este segundo hecho no hizo más que elevar a rojo el caso. Era perentorio dar con el atacante y así fue. A las 3:30 de la madrugada del jueves 31 de mayo un auto de similares características a las descritas por las víctimas estaba fuera del pub la Vieja Escuela. Ahí es controlado por el sargento primero Richard Cortés. El hombre huyó y la persecución se alargó por casi 15 minutos, pero todo terminó cuando Velásquez detuvo su vehículo en calle Uruguay, a metros del hospital para y tratar de seguir su fuga a pie. No duró mucho, ya que se cayó en el lugar y fue detenido por los Carabineros.

A la salida de la audiencia, le encargada de la oficina de la mujer municipal, Katherine Aedo, explicó que le entregarán todo el apoyo a las víctimas. Además la abogada municipal, Bhama Zúñiga, tomó la representación personal de ambas mujeres y prepara la querella con la que la administración pública comunal se hará parte en la causa.

Dagoberto Velásquez esperará el juicio en la cárcel de Villarrica.

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