Editorial
Ambientalismo
En las últimas semanas y meses los movimientos ambientalistas han irrumpido con fuerza en Pucón. Y, aunque quizás son algo dispersos en sus exigencias al mezclar demandas mapuches y elementos propios de acciones culturales más cercanas a la izquierda ideológica, sí han dado en el clavo con una cosa: es de vital importancia el cuidado y resguardo de nuestros recursos naturales. Y esto por una razón que va más allá de una mirada marcada por una postura a ultranza ambientalista, sino porque de una forma u otra el cuidado del medio ambiente y del ecosistema está directamente relacionado con el desarrollo de la principal industria que mueve a Pucón: el turismo.
Nuestro turismo no se basa en la historia, la gastronomía o alguna forma de cultura particular; sino que en la proliferación de las bellezas naturales y el uso que le damos para atraer gente que deja sus recursos en la zona. Y así ha sido desde la década de 1930 en adelante. O sea, estamos cerca de los 100 años de historia turística y ya tenemos problemas para mantener uno de nuestros principales atractivos: el Lago Villarrica, el que ya fue declarado como saturado y el que un científico como un impecable curriculum y grados académicos que lo respaldan recomienda cerrar en épocas de mayor contaminación. No querer ver los resultados de nuestro irresponsable uso es sólo acrecentar el problema y esconder la cabeza como el avestruz.
Y es un hecho indesmentible que esta mirada ambientalista, guste o no, se cruza con el desarrollo inmobiliario de la segunda vivienda en la zona. Es verdad, no podemos prohibirle a la gente venirse a vivir a Pucón y es bueno que vengan, pero tampoco podemos permitir que se construya donde quieran y existan, al parecer, tan pocas barreras de entrada a proyectos que, sin duda, afean el entorno y aportan a la contaminación.
Por lo mismo es que nuestras autoridades deben enfocarse en cuidar el recurso más valioso que tenemos. Y hasta aquí pareciera que los discursos se han traducido en acciones, sobre todo con la denuncia realizada a la superintendencia de Medio Ambiente en contra de Bahía Pucón. Pero es necesario ir más allá y adoptar el liderazgo responsable que Pucón requiere en estas materias. De no ser así, nuestros hijos no nos perdonarán.