Opinión
En matemática jugar es aprender
*Por Yohana Swears Pozo
La matemática desde la antigüedad ha aportado al desarrollo de la humanidad en todas las etapas que esta ha vivido, cuya herencia ha seguido apoyando los avances del mundo científico, tecnológico, entre otras áreas.
A pesar de todo esto sus bondades no llegan a todos los niños como se desearía. Es más, una gran mayoría de ellos durante gran parte de su periodo escolar sufre con la matemática. Y esto por diferentes causas, entre las más comunes que he detectado en mi carrera como profesora de matemáticas es que estas se presentan frías, lejanas, alejadas de la realidad y, por cierto, difíciles de entender. Esto es expresado por los estudiantes, quienes tampoco conocen otro aspecto de la matemática que suscite en ellos una actitud positiva hacia ella.
Desde este aspecto puedo decir que las actitudes negativas en el aprendizaje de la matemática son generadas por las emociones negativas, siendo las actitudes, emociones y creencias de los estudiantes factores clave en la comprensión de su comportamiento en matemática. Esto implica que las emociones surgen en respuesta a un suceso, interno o externo, que tiene una carga de significado positiva o negativa para el individuo. Por lo tanto, el componente emocional es relevante en cómo los niños enfrentan su aprendizaje y comportamiento frente a la matemática.
Debido a todo lo expuesto anteriormente es que desde los inicios de mi carrera he comprobado que la seguridad para enfrentar matemática es fundamental para tener un aprendizaje que perdure y devuelva la confianza, autoestima y seguridad que los estudiantes necesitan para lograr desarrollarse en matemática.
¿Cómo lo logramos? Son muchos factores, entre los principales está la confianza de los padres en la profesora. Voluntad, constancia y trabajo por parte del estudiante como de la profesora es algo que se puede leer difícil lograrlo. Además de mi conocimiento y estudio, he utilizado estrategias con juegos matemáticos como también juegos de mesa, para ir poco a poco desarrollando un pensamiento matemático en los estudiantes, creando un espacio de confianza y diversión donde ellos, quienes no se dan cuenta que están haciendo matemática, que piensan y que están lejos de pantallas. Simplemente están entrenando su cerebro.
El juego es una actividad propia del niño, conjuga aspectos fundamentales para su desarrollo, además destaca la socialización, posibilidad a elección, relación profesor – estudiante en un contexto distinto, favorece el descubrimiento de las habilidades, capacidades y también de nuestros propios límites, ayudan a respetar a los demás, a adquirir normas y fomentar la paciencia.
Jugar es la forma favorita de nuestro cerebro para aprender. Recientemente un estudio realizado por la Universidad Católica asegura que los juegos de mesa permiten que los niños mejoren sus habilidades matemáticas. Se evaluó a niños entre 3 y 9 años antes y después de pasar por sesiones de juegos de mesa. Estas sesiones tuvieron un tiempo de 20 minutos, dos veces a la semana, por un mes y medio. Entre los resultados destacaron que el 52% de los niños mejoraron sus habilidades matemáticas.
¿Dónde termina el juego y dónde comienza la matemática?
La matemática así concebida es un verdadero juego que presenta el mismo tipo de estímulos y de actividad que se da en el resto de los juegos de mesa. Uno aprende las reglas, estudia las jugadas fundamentales, experimentando en partidas sencillas, observa a fondo las partidas de otros jugadores, tratando de asimilar para luego usarlas en condiciones parecidas enfrentándose a los problemas nuevos que surgen constantemente debido a la riqueza del juego.
Es por todo lo anterior expuesto que la utilización del juego en la enseñanza de la matemática ha sido fundamental y ha colaborado a mis estudiantes en el aprendizaje, favoreciendo el poder cumplir con sus metas, seguridad y confianza tanto en matemáticas como en distintos aspectos de la vida.
Es por eso les invito a jugar, jugar y jugar con juegos de mesa y/o matemáticos, además de divertirte y ser un pasatiempo te ayudará a mejorar la memoria, las funciones ejecutivas y la fluidez verbal, además en niños y niñas con trastorno de déficit atencional e hiperactividad personas de edad avanzada mejoraron su inhibición, flexibilidad y pensamiento matemático.
“Hoy el problema de la educación no es de la inteligencia, sino de la emoción. Si no me encuentro con el otro y no lo valoro como un igual, con emociones y sentimientos propios, no podemos educar. La educación no es sobre conocimientos, es sobre encuentros. Si guío la mirada, entonces amplío el entendimiento y puedo educar”. (Humberto Maturana).
*Yohana Swears Pozo es profesora de matemática y magíster en Didáctica de la Matemática.