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Las dudas de la desaparición del pastor Melío: a más de un año de que se le perdiera el rastro, familia pone querella por homicidio y pide reactivar la investigación

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  • El hombre fue visto por última vez en la zona cordillerana de Curarrehue mientras buscaba unos animales en el invierno de 2022. Sólo apareció un suéter, el perro (a los 48 días) y un celular (del que no se sabe el origen). Sus cercanos están desesperados porque asumen que la indagatoria ha sido deficiente. Dicen tener una serie de evidencias que apuntan a la intervención de terceros; pero que no han sido escuchados por los organismos encargados.

La mañana del 13 de junio de 2022, el pastor evangélico Marcos Melío (61, en la foto pequeña) salió en la búsqueda de unos animales vacunos que estaban en un predio arrendado en el sector de Huincapalihue en Curarrehue. A eso de las 8:30 hrs. Melío llamó a su hijo Eduardo para preguntarle por una ruta que lo llevara al lugar donde estaban los vacunos (en la cordillera, cerca del límite con Argentina) de manera más rápida. Luego de eso, salió en su camioneta Nissan D-21 color azul. Y eso fue lo último que la familia supo de él. Desde esa fecha (14 meses) Marcos Melío no está junto a los suyos y pese a la intensa búsqueda solo aparecieron un suéter, el perro Rambo (48 días después) y un celular que fue encontrado (y del cual se ordenaron peritajes para saber su procedencia) ya cuando el invierno del año pasado amainó. Del hombre de iglesia no hay muchos más datos, sólo que fue visto por última vez en la ruta a la que dijo que iría. Después de eso, nada.

Es en ese contexto que la familia se encuentra al límite y si bien la tesis inicial en torno a que Melío sucumbió bajo el duro clima invernal cordillerano, las dudas han crecido de manera proporcional al tiempo que ha transcurrido. Y ya la tesis sobre lo que sucedió evolucionó a un posible homicidio. Por lo mismo, la familia decidió poner una querella por este delito en contra de quienes resulten responsables. Todo esto con el patrocinio del prestigioso abogado temuquense Shintaro Kuramoshi. La idea es que la búsqueda y la indagatoria se reactive con fuerza y llegar a respuestas que partan por, primero, lograr ubicar el cuerpo y saber realmente qué fue lo que sucedió. 

El documento, al que se accede desde la web del Poder Judicial, relata paso a paso los hechos que se desencadenaron luego de la desaparición y la intensa búsqueda iniciada por la familia. Eso desde que encontraron la camioneta estacionada en la base de la ruta que seguiría el desaparecido. También entrega una serie de datos sobre inconsistencias y problemas en la indagatoria. Además apunta a posibles sospechosos y a deficiencias de la misma Policía de Investigaciones (PDI) a la que acusan de filtrar datos clave a personas que podrían tener potencial de sujetos blancos de la indagatoria. La principal tesis que maneja la familia es que hay un trasfondo de tráfico de drogas y venta de armas. Todo esto en el contexto de que el sector de la desaparición es una reconocida ruta de narcotraficantes y escondite de delincuentes que transitan hacia y desde Argentina. 

La querella apunta, además, a un testigo que podría ser clave y que entregó su testimonio de manera reservada a un oficial de la policía civil, pero que a los pocos días los antecedentes ya estaban en conocimiento de otras personas y que, además, fue amenazado. “El testigo (LVP saca el nombre para proteger al testigo) llamado a prestar declaración transcurridas dos semanas del desaparecimiento de la víctima, en presencia de dos funcionarios de Investigaciones de Chile y de mi mandante, en el contexto de la confidencialidad y reserva del testimonio, éste resultó burlado, desdibujado y su testimonio difundido a terceros”, se lee en la querella, la que agrega: “Esta aseveración tiene asidero en la circunstancia que el testigo (XXX) fue encarado y espetado en su lugar de trabajo por (LVP elimina el nombre del sospechoso por la presunción de inocencia), reproduciendo todo el relato testimoniado ante la PDI, intimidándolo…”.

Otro de los elementos que sustenta la querella y que llama la atención es la aparición del perro (“Rambo”) de la víctima, el que fue encontrado a los 48 días de la desaparición, en buenas condiciones y en un lugar alejado del sitio, donde se supone, estuvo el pastor Melío: “Un tema cinematográfico e inverosímil de asumir es la presencia del perro del padre de mi mandante, llamado ‘Rambo’ quien acompañó a la víctima ese día. Lo insólito es que este canino baja de la montaña hasta Curarrehue después de 48 días. Un Carabinero llama al fiscal explicándole la aparición del can, ordenando que éste (el perro) sea devuelto a la familia sin fotografiarlo, periciarlo veterinariamente. Es la familia la que a su costa financia esa atención veterinaria, encontrándolo al examen completa y fisiológicamente sano, hidratado, alimentado, sin lesiones ni quemaduras por hielo, pelaje radiante, dentadura en condiciones adecuadas, salvo signos de haber estado amarrado, concluyendo que el perro jamás estuvo en la montaña, sino que probablemente bajo el cuidado de una casa particular porque bajo las condiciones imperantes de la época hubiese sido imposible su sobrevivencia. ¿Dónde estuvo, quién lo alimentó o de qué se alimentó, quién lo liberó?”.

Todos estos antecedentes, junto a varios más, se encuentran en la querella, la que pide un total de 18 diligencias investigativas y que estas se deriven a Carabineros. Eduardo Melío (en la foto principal junto al abogado de la familia), hijo del desaparecido pastor, dice que aún espera resultados positivos en la causa, aunque ya mira con algo de recelo el actuar de la justicia. “Nosotros necesitamos llegar a la verdad y estamos a la espera. Tenemos mucha evidencia, testigos, declaraciones y lo que nosotros queremos que la fiscalía proceda con la investigación. Que se reactive. Nosotros hemos respetado todos los protocolos, pero parece que la forma de llamar la atención es a través de la prensa”, dice Melío hijo, quien agrega: “Sospechamos de la intervención de terceros. Buscamos por todos lados y no quedó lugar donde no hayamos buscado. Con toda la investigación en curso creemos que hay terceras personas involucradas en la desaparición. Tenemos testigos y evidencias. Tenemos nuestras dudas con la PDI y creemos que el trabajo no se hizo de buena manera”.

El abogado de la familia Shintaro Kuramochi (en la foto principal junto a Eduardo Melío), precisa algunos elementos sobre la querella y apunta, además, a los problemas que han encontrado en el sistema. “La devastación, el desencanto y la frustración para esta familia que ha sido persistente, constante y tenaz en la búsqueda de antecedentes, poder colaborar y ayudar en la investigación se encuentra colisionando con la imposibilidad administrativas y burocráticas que la fiscalía tiene respecto de otras causas. Y esto no sólo ocurre aquí, sino que en la mayoría de las comunas de la región y esto se proyecta al país. Entonces las causas se archivan”, dice el profesional, quien agrega: “El tribunal ordenó una serie de diligencias. Son 18 diligencias nuevas, aportamos cuatro audios, un set de fotografías y una serie de indicios que indudablemente nos conducen a la tesis del homicidio”.

Al cierre de esta edición la familia, junto al abogado, planeaban juntarse con el fiscal Carlos Hoffmann de Pucón. LVP trató de ubicar al persecutor, pero no fue posible obtener una versión sobre en qué está la indagatoria.

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