Editorial
Búsqueda del pastor Melío

En las últimas semanas hemos conocido de los esfuerzos de la familia del pastor Marcos Melío, quien desapareció hace más de un año en las montañas de Curarrehue. Ellos iniciaron una campaña mediática y judicial para obtener respuestas sobre qué fue lo que sucedió con su familiar, a quien se le perdió el rastro mientras buscaba unos animales de su propiedad en el sector de Huincapalihue, en la zona limítrofe con Argentina. Y desde ese 13 de junio del 2022 que no se sabe nada del religioso, sólo algunos indicios (como la camioneta estacionada en el sector donde inició su caminata), un suéter y el perro, “Rambo”, que volvió a los 48 días, sin mayor rastro de haber sufrido las inclemencias de la cordillera andina en temporada de invierno.
Fue en ese contexto que la familia interpuso una querella, en la que plasman una serie de dudas y algunas pistas que apuntan a la posibilidad de que Marcos Melío haya perdido su vida víctima de un asesinato. Ahora, sin tomar partido o casarse con una tesis particular y tan grave como la del homicidio; llama la atención —una vez más— la aparente poca rigurosidad de la policía en investigaciones complejas. Esto, porque la familia acusó una serie de hechos (como la filtración de declaraciones) que dan cuenta de —a lo menos— descuido y falta de sistematización en la indagatoria.
En ese mismo sentido, también llama la atención que las diligencias y la actividad investigativa dirigida por el Ministerio Público luego de la querella (ingresada en abril) se activaran una vez conocido el interés de la familia (en agosto) de ir a los medios de comunicación para poner algo de presión en la causa y no cuatro meses antes, cuando el abogado Shintaro Kuramochi interpusiera el recurso en el tribunal. Es conocido en el mundo judicial el adagio que plantea que los “jueces no toman en cuenta las presiones externas en sus causas”; pero a la luz de los hechos pareciera ser que la acción mediática en algo influye para mover los, a veces, muy pesados brazos de la justicia.
Con todo, es necesario aclarar qué fue lo que pasó con el pastor Marcos Melío. Saber si su desaparición fue por un mal cálculo del mismo religioso, quien no supo sopesar el peligro de adentrarse en la montaña en condiciones inhóspitas o fue por acción de terceros como plantea la familia. Pronto vendrá la primavera y el verano, instancias ideales para buscar el cuerpo y así, al menos, darle algo de tranquilidad a sus cercanos. Esperamos que el aparato estatal destine los recursos necesarios para lograr este objetivo. Estar en lugares apartados y pequeños o no tener influencias políticas o económicas no hace a las personas menos en sus anhelos de lograr algo de justicia y verdad.