Drogas y estudiantes: esconder la cabeza

A principios de la semana conocimos, a través de un reportaje de este medio, el informe de resultados en Pucón de la Encuesta Juventud y Bienestar del Servicio Nacional para la Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda) realizada en 2022. Este instrumento fue aplicado a estudiantes de 2do medio en 185 comunas del país y en acá se encuestaron a 327 jóvenes.

Y los resultados del estudio no fueron muy alentadores. Esto porque este documento, que subimos a nuestra web y que se puede bajar desde ahí, transparentaba que el consumo de alcohol y marihuana en los jóvenes estaba en niveles altos, por sobre la media regional. Los datos, en los que se incluían otras sustancias; además de las condiciones del entorno de los estudiantes, nos mostraban una realidad compleja y que, si somos honestos, de alguna forma se esperaba por las condiciones de nuestra comunidad: enfocada en el turismo y, en gran parte, en las actividades de diversión y esparcimiento que, lamentablemente, muchas veces están acompañadas de excesos relacionados al alcohol y a las drogas.

Pero más allá de las cifras y la “realidad incómoda”; lo que más nos llamó la atención como medio es que ninguna autoridad directamente involucrada en el asunto (sólo tuvieron disposición de opinar sobre el problema dos concejalas) quisiera referirse al tema. LVP contactó al Senda local, regional y nacional y no hubo respuesta. Tampoco lo hicieron desde el departamento de Educación municipal. Todos prefirieron guardar un complejo e inentendible silencio; quizás asumiendo que si no hablaban esta situación podía pasar más desapercibida y no tener la caja de resonancia que en cualquier comunidad (relativamente normal) debería tener. 

Como medio de comunicación enfocado en lo local, nos mueve el interés de visibilizar estas situaciones; pero son las autoridades las llamadas a dar respuestas claras sobre las medidas y programas que se debieran estar aplicando para enfrentar esta compleja realidad. Por el bien de nuestros niños —y en un acto casi de temeraria confianza— asumimos que algo se debe estar haciendo. Pero reprochamos con dureza las políticas de silencio y secretismo que sólo agudizan los evidentes problemas que tenemos. Esconder la cabeza como el avestruz no hará que la realidad se haga inexistente. Los hechos son porfiados y tarde o temprano pasan la cuenta. ¿La podremos pagar?