Editorial
Perros sin supervisión y matanza de ovejas
Durante la semana fuimos testigos de un hecho repudiable, pero lamentablemente, más común de lo que conocemos o sabemos. Se trata de la matanza de un piño de ovinos que sufrió el ataque de un grupo de perros (hay testigos de eso) sin supervisión en el sector de Quelhue. Al final fueron 24 ovejas muertas, la mayoría de ellas a pocas semanas de parir.
Lo anterior, por cierto, genera una serie de complicaciones a nivel económico, ya que el daño fue cuantioso (cerca de $3 millones según los propietarios), pero también tiene otras implicancias que pasan por lo cultural, ya que es un golpe a la forma de vivir de nuestra gente del campo que tiene alrededor de la pequeña ganadería una idiosincrasia particular manifestada en diferentes celebraciones como la esquila o la capa de sus animales. Eso sin contar que una gran parte de nuestra comunidad disfruta el consumir este producto que se compra directamente a los productores de la zona rural.
Este hecho genera una serie de cuestionamientos que parten desde lo legal con la real eficacia de la denominada Ley Cholito que protege, principalmente a los canes, del maltrato; también de la fiscalización que deben ejercer las municipalidades; las que muchas veces se encuentran sobrepasadas por la gran cantidad de tareas que deben cumplir en diferentes ámbitos y los recursos para fiscalizar, simplemente, no dan.
Lo último es apelar a la conciencia de los nuevos parceleros que se trasladan de la ciudad al campo para obtener una mejor calidad de vida. La vida en el campo, obviamente, es diferente a la ciudad y el cuidado que se debe tener con las mascotas es, también, diferente. Los perros (y los gatos en menor medida) generan afectación a la fauna silvestre y también a la crianza. Por lo mismo el cuidado debe ser mayor. No puede ser que los canes corran libres por los predios y generen la destrucción de la que fuimos testigos esta semana. Si el perro ocupa un espacio tan significativo en nuestra cultura, exige una responsabilidad porque lo que nosotros amamos puede estar destruyendo la vida de otros. Y eso no podemos dejarlo pasar.