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Madre de joven tenista que falleció en 2021 sufre el robo de las pertenencias y recuerdos del deportista en Pucón

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  • La mujer quien perdió a su hijo Ignacio Tejeda por el cáncer, fue víctima de la delincuencia cuando un ladrón ingresó a su casa en la comuna y se llevó una serie de artículos que guardaba en memoria de la desaparecida promesa nacional. 

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En enero de 2021 el corazón de la joven promesa del tenis chileno, Ignacio Tejeda (17 años), dejó de latir. Un agresivo cáncer que había aparecido en marzo de 2020 le arrebató la vida; luego de un doloroso y muy costoso proceso que, incluso, lo tuvo en Houston, Estados Unidos, en busca de una cura que no llegó. Luego de ese golpe, la familia encontró algo de descanso en Pucón. Algo, porque según explica la madre Jénnifer (44), en estas tierras de La Araucanía pudo volver a conciliar el sueño. “A tener algo de tranquilidad que no puedo explicar”, recuerda. Todo esto luego de que fueran a pasar un fin de semana con unos amigos en esta zona.

Por lo mismo, junto a su esposo y a sus dos hijos decidieron invertir, comprar un terreno y luego edificar una casa. El lugar escogido fue un condominio antes de llegar a lo que fue la Balsa de Quelhue, a pocos metros del Ecoparque. Y ahí decidieron traer las cosas del fallecido Ignacio. Todo a partir del ánfora con sus cenizas y alrededor de ella, según cuenta Jénnifer, armaron un espacio de recordatorio con zapatillas, raquetas, juguetes, perfumes y varios otros elementos que pertenecía al desaparecido deportista. Un lugar de recuerdo y en el que, dice la madre, su hijo estaba —de alguna manera—- vivo. 

Pero todo eso cambió de manera violenta la última semana de junio. Específicamente el jueves 26 cuando un desconocido entró a su casa armado con un cuchillo, y robó algunos artefactos electrónicos. Pero el golpe más duro se generó debido a que el delincuente se llevó, prácticamente, la totalidad de los recuerdos de su hijo que estaban en el segundo piso. Sólo quedó el ánfora. Evidentemente el impacto de la mujer y su esposo que llegaron desde Santiago al día siguiente fue desolador. “Me sentí como si se hubiese muerto de nuevo”, dice. 

La pareja recorrió la casa. Había huellas de zapatos y de manos. Y en el patio un cuchillo clavado en un tronco. En las imágenes de las cámaras de seguridad se ve la silueta del ladrón, quien en una de sus manos llevaba el filoso elemento de cocina. De acuerdo al testimonio de la madre, el cuchillo era de una casa vecina en la que están realizando trabajos de construcción. Al menos había una pista, lo que sumado a las cámaras de seguridad, le dieron algo de esperanza de encontrar al delincuente y, mejor aún, recuperar las cosas de su hijo fallecido. Pero la justicia es lenta y a más de una semana no tiene resultados. 

“Llamamos a Carabineros y llegó la SIP (Sección de Investigación Policial). Sacaron el cuchillo, nos tomaron las declaraciones. Yo le dije que recién habíamos llegado, que no sabía con certeza que se habían llevado. Pero a primera vista eran los televisores y todas las cosas de mi hijo, los recuerdos y todas esas cosas. Se llevaron todo”, explica. 

El impacto del robo y del cuchillo clavado en el madero (lo toma como una amenaza) generaron temor en la mujer. Tanto que, junto a su esposo, decidieron no dormir en la casa esa noche del viernes. Y al día siguiente iniciar el proceso de venta de la casa. Ya no quiere estar en Pucón. La tranquilidad que sentía en el pueblo se esfumó de golpe. Ahora está junto a su hermano y a una prima, debido a que su marido debe estar en el norte por sus responsabilidades laborales. 

Sobre el valor del robo, dice que las cifras giran en torno a los $12 millones. Pero el dinero, para ella, pareciera no significar mucho en relación al valor sentimental de las cosas que perdió: “Volví a vivir su muerte. Volver a sentir la angustia de perderla. Eso sentí”.

Por ahora, solo le queda esperar que el trabajo policial se active con más fuerza de lo que actualmente han hecho. Considera que todo es muy lento y engorroso. “Vieron las huellas de ahí (indica un lugar de la casa) de la mano, están puestas ahí. Vieron los pies, vieron el cuchillo y todavía nada”, reflexiona sobre el, hasta ahora, poco efectivo trabajo policial. Sospechas hay, pero hasta, principalmente con antecedentes propios que ella ha logrado reunir. Pero pareciera ser que en nada ayudan para que el accionar de la policía sea efectivo. Todo, dice, se enreda en una maraña burocrática que crece con el correr de los días: “Me dicen en Carabineros que el fiscal tiene que dar la orden de investigación. Y sin eso ellos no pueden hacer nada”. 

Jénnifer cuenta que se quedará unos días más en Pucón en compañía de sus familiares y a la espera de obtener algún resultado en la investigación. Eso, o algo que le de un consuelo que hasta ahora no consigue.

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