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Fiestas masivas, comercio ilegal, basura en exceso y nula fiscalización: el lado B de la Playa Grande de Pucón

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Por Francisco Sánchez

Lo que para muchos es sinónimo de descanso y relajo, para otros se ha convertido en jornadas de desorden y descontrol. Vendedores sin pLo que para muchos es sinónimo de descanso y relajo, para otros se ha convertido en jornadas de desorden y descontrol. Vendedores sin permiso, mercado de alcohol, y puntos críticos de acumulación de desperdicios tienen a la comunidad de Playa Grande en una complicada situación. Denunciantes aseguran que solo es cuestión de caminar por el balneario para darse cuenta de los problemas. Y pareciera que nadie se hace cargo.

ESTAMPIDA.- La imagen corresponde a un pantalla de un video captado entre la noche del martes y la madrugada del miércoles, luego de una fiscalización a un “masivo” en la Playa Grande.

Martes 08 de febrero, y el peak de turistas se hace notar en Pucón. El termómetro marca 28 grados, y el cielo soleado se posa sobre una gran concurrencia de visitantes a uno de los balnearios más demandados en la Zona Lacustre. Sin embargo, el panorama de quitasoles y nado se contrasta con el comercio desbaratado, y la basura dispersa por la playa. Solo es cuestión de horas para saber si el “descontrol de Playa Grande” que algunos acusan volverá a ocurrir en este caluroso martes de febrero.

Minibasurales entre multitud de bañistas

Cuando el reloj marca las 18:45 hrs, se observa como el ingreso a Playa Grande de Pucón por el sector de La Casona suma a una gran cantidad de veraneantes. Ya desde Av. Colo-Colo el panorama muestra a una treintena de vehículos que, al consultar con automovilistas, explican la ardua tarea de encontrar estacionamiento. Luego, en el ingreso a dicho balneario, los numerosos puestos comerciales se entrelazan con la multitud de bañistas. Desde venta de vestuario hasta puestos de masajes, la oferta es amplia y variada, aunque la mayoría de ellos lo hace sin permisos municipales.

La caminata por la arena en dirección hacia los sauces, los quitasoles y las reposeras adornan el paisaje. Una al lado de otra en una aglomeración constante y poco recomendable en tiempos de pandemia. En medio del camino se pueden ver vasos plásticos, palillos, mascarillas, botellas, entre otros elementos tirados en la arena. Incluso restos de fogatas que resisten a morir desde su apogeo en la recurrente y creciente actividad nocturna.

FOGATA.- La imagen muestra los restos de una fogata que quedó, probablemente, de la noche anterior.

En medio del trayecto, un locatario de embarcaciones acuáticas manifiesta su enojo con la autoridad. No revela su identidad por seguridad, pero relata la escasa presencia de autoridad de La Armada en el lugar. Asegura que los eventos masivos nocturnos son “pan de cada día”. “Los marinos no se están haciendo cargo del desorden que evidencia la playa. Cada noche, en mi sector de trabajo debo retirar cientos de palillos de madera (para brochetas), junto a vidrios rotos de personas que llegan en la noche a beber. Es un peligro latente para turistas y trabajadores que transitan por el lugar”, dice.

Comercio irregular

En relación al comercio ambulante, algunos comerciantes establecidos que también prefieren mantener el anonimato critican el accionar de inspectores municipales. Acusan “matonaje” y “falta de ética” en el procedimiento. “Los inspectores municipales han llegado a mi local de trabajo a amenazarnos con decomisar toda nuestra mercadería, pese a estar todo regulado. Es indignante su actitud. Incluso al momento de ir a solicitar nuestro permiso temporal. En la temporada 2020, asistí por el proceso de inscripción a la municipalidad, y el encargado de dicho trámite me trató horrible. Fue tanta la impotencia de escuchar a un funcionario decir que ‘el permiso lo otorgaré cuando y a quien quiera´. No tienen criterio, menos con la gente puconina”, precisa el comerciante.

El mismo vendedor relata que la competencia desleal que ocurre con el comercio en la playa y precisa que los comerciantes ilegales no son vigilados por la autoridad. Y ofrecen, por cierto, productos sin la adecuada manipulación. “Hay una persona que lleva las frutillas sin golpe de frío. Vende todo a libre destajo, sin proteger el producto de la arena. Más temprano, una mujer de nacionalidad cubana se desplaza con una bandeja vendiendo alcohol. Desde la autoridad se llenan la boca hablando de playas seguras, y no hay nadie vigilando. Nadie controla, porque ellos mismos les temen a los vendedores, que la mayoría no son de Pucón”, asegura indignado. Finalmente, el denunciante asegura que será su último año con su puesto en la playa.

COMERCIO.- El comercio irregular paraciera ser una constante en la Playa Grande.

Por el mismo sector, otro comerciante denuncia la displicencia con la cual se venden los productos en el balneario y acusa una falta grave que sufrió hace algunas semanas. “El 28 de enero, una trabajadora del local del lado fue a comprar un churro a un puesto comercial ubicado al ingreso de la playa. Al consumir el producto, pudo notar un plástico al interior del churro. Es indignante, puesto que atenta contra toda norma sanitaria, y puede provocar un accidente mayor sobre todo si llega a ser manipulado por un niño”, concluye. 

Cayó la noche, comienza la fiesta

20:30 hrs. Comienza a caer la noche, y de igual forma el termómetro en la playa. Con la caída del sol se observa como un gran porcentaje del público playero comienza a retirarse del lugar, y cientos de automovilistas forman una gran congestión vehicular por las arterias céntricas de Pucón. Al mismo tiempo, los locatarios del lugar comienzan a cerrar sus puestos, y a retirar sus embarcaciones acuáticas del borde del lago. El “sunset” (puesta de sol) parece dar por finalizada una nueva jornada de playa y arena. Sin embargo, aún resta lo que algunos locatarios identificaron como el “carrete masivo”. 

A eso de la medianoche en la Playa Grande de Pucón una centena de jóvenes comienza a llegar a la arena. Solitarios, o en grupo, la tendencia es la misma: alcohol y música para comenzar la fiesta nocturna. La nula vigilancia que reclamaban comerciantes del lugar cambia de golpe. La noche del martes un numeroso contingente de personal marítimo y policial genera una estampida de personas arrancando del lugar. Las imágenes, por cierto, también se viralizaron en las redes sociales. Lo mismo que el de la fiesta en las lanchas.

Ya pasada la fiscalización, a eso de las 02:40 hrs. de la madrugada un grupo un poco más pequeño vuelve nuevamente a la playa. Se ubica a un costado de un local comercial playero para continuar con la celebración interrumpida. Pero duró poco. Dos patrullas de carabineros se ubicaron nuevamente en el lugar. El grupo se dispersa por segunda vez en la noche. Ya no habrá fiesta pareciera.

Son las 03:40 hrs y de fiestas y descontrol ya nada queda. Todo es serenidad. Ya no es un grupo masivo, sino que solo algunas personas que continúan por el borde del Lago Villarrica. Bajo las estrellas, y ante el peligro latente de fiscalización por tercera vez, se puede apreciar que la fiesta bajó el telón.  La jornada playera de jolgorio y bacile, llega a su fin. Por ahora.

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