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El innovador curso de cocina con el chef local Andrés Yurjevic: tres horas de desconexión con un sabroso final

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*Por Rodrigo Vergara

DETALLES.- El chef Andrés Yurjevic supervisa cada detalles de la preparación y enseña a sus alumnos platos fácilmente replicables en el hogar. Una experiencia distinta en Pucón.

Era una invitación poco convencional. De hecho, rara vez (por no decir nunca) en Pucón alguien ofrecía enseñarte a cocinar platos con toques gourmet. Menos el dueño de uno de los cafés más populares y visitados de la ciudad, el Bistro 297. Pero la oferta de Andrés Yurjevic sobre pasar un buen rato con un delantal de cocina y trabajando en la cocción y diseños de sabrosos platos me hizo pensar en intentarlo. “Anda con tu esposa, puede ser hasta terapéutico”, dijo para confirmar que estaría a la hora y el día indicado en su local de calle O’Higgins.

Y ahí estaba yo. Preparado para aprender, pero más que eso, simplemente pasar un buen rato, desconectarme de la vorágine diaria y de la cantidad de problemas y situaciones difíciles que la vida adulta nos tiene preparada. En fin, poder cambiar el switch un rato. Meter las manos en la cocina, conversar y después, por supuesto, comer lo preparado resultaba atractivo.

Llegamos junto a mi esposa, cinco minutos después de la hora pactada (todo un tema eso de los horarios en mi vida). Junto a nosotros, además del chef —quien trabajó en varios hoteles y banqueterías antes de emprender en Pucón— había otra pareja. Un abogado local y su novia, quienes —al igual que nosotros— buscaban salir un poco de la rutina, aprender algo nuevo y, además, lucirse cuando toque atender invitados en la casa. 

Primero, una breve explicación de lo que se prepararía. Algo técnico en principio y un poco complejo de entender por los productos, las cocciones y los necesarios términos que la especialidad requiere. Todo, eso sí, se aclararía con los minutos. Un agregado: una breve historia de los platos que los hizo aún más apetecibles.

Luego del repaso a las recetas —una entrada de tártaro de salmón con ceviche de mango y un plato de fondo de atún salteado en cáscara de limón finamente picada y cilantro. Además de un puré de calabaza y una exquisita salsa de zanahoria y naranja que, si bien, servía de decoración su sabor por sí sola era adictivo— vino la “hora de la verdad”. Pecheras, gorras para sostener el pelo y a la cocina. 

Si bien el área en la cocina del local era acotado. El excelente y práctico orden de los muebles y artefactos dejaba un buen espacio para maniobrar. Por lo mismo, el chef Yurjevic maneja cupos limitados para las clases que se dan a partir de las 19:30 horas. No más de cuatro personas. El profesional reparte las tareas y cada pareja con una especialidad definida. En nuestro caso, el atún salteado y el puré de calabaza. Siempre, eso sí, bajo la mirada atenta de Andrés, quien enseña el cómo se hace y luego el estudiante debe replicar. 

En medio de todo eso, conversación agradable; anécdotas, historias de parejas y todo eso que se da en un ambiente que entrega el contexto de una cocina. La verdad es como estar preparando platos en la intimidad de tu casa más que en un restaurante. Y quizás esa sea la mayor gracia. La confianza que hizo que cinco personas que no tuvieran mayor relación terminarán hablando como si se hubiesen conocido de toda una vida.

Luego de casi dos horas de “trabajo”; los alimentos están listos. Pero viene la presentación. Tan importante como una buena preparación es acomodarlos y ordenarlos bien en el plato. Deben verse atractivos, interesantes, fotografiables y apetecibles. El chef profesor da las indicaciones y mete algo de mano. La verdad es que se veían hermosos; aunque no tanto como para no querer degustarlos. Lo bello de los platos hacía que las papilas gustativas se estimularan más aún. La hora de la verdad y la prueba de fuego de pasarlos por el paladar se acercaba.

Finalmente sentarse a la mesa, Yurjevic saca un vino a elección; también algunas gaseosas para el que quiera y ya está. El tártaro exquisito. Casi tanto como el atún. Pero al final el sabor (que estaba muy bueno por cierto) no era tan relevante. Lo aprendido, lo conversado y, en rigor, las gratas tres horas de desconexión valían la pena. Comer rico fue el agregado. La propina. 

Video de la clase

Les dejamos un pequeño video de la clase. En este caso, la presentación de los platos.

El resultado

La imagen de más abajo muestra el resultado final de los platos preparados esa noche.

Ficha técnica

Si te interesa participar de estas clases de cocina, debes contactar al chef Andrés Yurjevic al +56978879077. El valor por persona es de $25.000 más materiales. Grupo mínimo de tres personas, máximo cuatro. El curso se realiza en la cocina del café Bistro 297 ubicado en O’Higgins 415, Pucón.

*Rodrigo Vergara es periodista y editor de La Voz de Pucón.

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