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Editorial

A cinco años del 18-0: Chile sí cambió

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Hace cinco años una parte de Chile  se organizó y comenzó un ciclo de protestas históricas para nuestra patria. Quema de estaciones de Metro, de iglesias, ataques como nunca antes visto a cualquier figura de autoridad, policial, política, militar y hasta educacional. Pucón no fue la excepción: marchas, barricadas, ataques a la municipalidad y, aunque en nada comparables con lo que se vivió en las ciudades más grandes, no deja de sorprender lo que se vivía. 

No podemos decir que esto fue espontáneo, ni tampoco nos atreveríamos a establecer esto como un intento de golpe de Estado como algunos sin más sustento que la mera voluntad declaran. Sólo el tiempo y las muchas investigaciones que vendrán traerán claridad respecto a ello. Aunque la violencia inusitada es injustificable e inaceptable, la sensación social de injusticia que tenían los millones que salieron a las calles aún no ha sido sofocada. 

Probablemente muchos ya vieron la conveniente instrumentalización de ciertos sectores de las legítimas demandas de la población. Todos aprendimos que Chile no es el paraíso en la tierra y que carece de muchas de las condiciones que otros tienen como un derecho generalizado. Sí, nos falta mucho, sin embargo con la perspectiva del tiempo podemos ver que Chile tampoco era el infierno que nos vendieron los agoreros de la injusticia e indignidad, muchos de los cuales hoy ostentan puestos de influencia y poder en nuestro país.  

Han pasado cinco años y según los estudios de opinión, hoy la mayoría considera que estamos peor que antes del estallido. La falacia de asumir que “quemarlo todo” era el camino para construir se ha caído estrepitosamente en el pensamiento y la voluntad del Chile profundo. La falacia de la autoridad abusiva materializada, principalmente, en Carabineros también fue transformada por el aumento del aprecio a la función policial. Aún más, las voces mayoritarias hoy promueven entregar más facultades a los que hace tan sólo cinco años se les trataba de “bastardos”.  

Las sociedades son pendulares y el ánimo social mayoritario también lo es. Sin embargo debemos aprender de las lecciones del pasado para crecer. La efervescencia refundacional  no tiene cabida en el Chile de hoy porque hemos tenido — gracias a Dios sólo una pequeña muestra— de que todo lo que Chile ha avanzado no es indestructible y se puede estar peor. Chile cambió, no hay duda. Hoy Chile tiene más experiencia y como tal sabe que cuando la casa está con problemas no se quema, se repara porque ha costado años de esfuerzo construirla. Creemos y tenemos la esperanza de que hoy Chile ya sabe cómo ampliar la casa.

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