Editorial
El fin no justifica los medios
La semana recién pasada aprendimos muchas lecciones como comunidad y como equipo de La Voz… Y creemos que es necesario transparentarlas para el aprendizaje de todos, incluyendo a nuestros lectores y a quienes nos lideran en los cargos públicos. La primera es que estamos convencidos que, tal como dice el viejo adagio romano, “la mujer de César no sólo debe serlo, sino parecerlo”. Y aunque en principio no existan incompatibilidades legales, es a lo menos imprudente que una persona, en el ejercicio de una función pública, postule la adquisición de una subvención para un club que, en los hechos prácticos, sólo existe en un papel y en el cual participa. Insistimos, aunque no sea una ilegalidad (porque habría que definir el estatus jurídico del funcionario y quiénes otorgan los recursos), es a lo menos imprudente el exponerse de esa forma y, por cierto, ya hay varias voces que apuntan a una investigación administrativa que, hasta el cierre de esta edición, aún era discutida en las jefaturas municipales.
Lo segundo, es que la prensa libre es sana y un buen indicador de los niveles de democracia de cada comunidad por muy pequeña que sea. Y es necesario que todos los organismos que por décadas han trabajado sin el ojo regularizador de ella, lo que indeclinablemente genera altos estándares de informalidad y de opacidad que a la larga son fatales para cualquier administración pública, deben saber que, como lo hemos dicho desde el principio, tenemos un compromiso absoluto e intrínseco con los hechos y el objetivo es transparentarlos. No sólo porque entendemos este es nuestro rol, sino porque estamos persuadidos que es la única forma en que todos participen y la comunidad pueda desarrollarse.
La confianza que hemos pregonado como el único camino para la maduración de nuestra sociedad se obtiene sólo sobre principios básicos de transparencia y el periodismo serio, del cual presumimos con todo argumento participar, es una herramienta extraordinariamente poderosa para brindarla.
La tercera lección es que aún existen algunos que creen que con amenazas de agresiones podrán detener el trabajo que llevamos a cabo en la búsqueda de aportar en la construcción de un Pucón más y mejor informado. Creemos que debemos erradicar esta mala cultura de poner el fin por sobre cualquier cosa sin importar el medio para lograrlo. Un funcionario que trabaja en una entidad fiscal no puede gestionar recursos en ella mediante fórmulas que aparentan normalidad, pero que en los hechos se distancian de las gestiones correctas. Son fondos públicos de todos los habitantes y debemos procurar el más alto estándar de transparencia y probidad para su gestión y uso.
Tampoco podemos pretender que se tome como algo normal realizar amenazas para mantener la opacidad y amedrentar a aquellos que están haciendo lo que se espera que hagan. Por eso, como medio de comunicación presentamos una denuncia en la fiscalía de la ciudad y perseguiremos legalmente cualquier atisbo de silenciar nuestro trabajo. Amenazar a periodistas es característica de una sociedad enferma y de niveles de corrupción inimaginables para Chile y propio de países en el que el flagelo de la droga está ganando una batalla sangrienta en contra de todos los principios considerados como buenos y también ha permeado al Estado y a la política. Y por cierto, estamos seguros de que nadie quiere eso para nuestro amado Pucón y para ninguna comunidad en el país.
En definitiva, estamos seguros que no todo está permitido para lograr lo que queremos. Hay muchísimos caminos rectos disponibles sobre los cuales caminar para cumplir los objetivos que anhelamos, por lo que no hay razón para buscar atajos, porque para hacer lo correcto el fin no justifica los medios.