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Puconina entrega duro testimonio desde una España en crisis por Covid-19: “Hagan fuerza para que Pucón se pueda cerrar”
Romina Carrasco habló en un streaming con La Voz… desde su confinamiento en Barcelona. Dice que es de vida o muerte quedarse en casa y establecer barreras de entrada a la comuna y así evitar propagación del coronavirus.
Romina Carrasco (33), es una puconina que lleva 13 años en Terrassa, una ciudad de 220 mil habitantes a 20 minutos de Barcelona, en Cataluña, España. Ella contó en primera persona, a través de un streaming, en la fan page de La Voz de Pucón, lo que es vivir en un país en el que el van más de 20 mil infectados y la cifra de fallecidos supera las mil personas. Todo esto por el coronavirus Covid-19 que asola al planeta.
La joven, quien es dueña de un café, cuenta que en principio los españoles no creyeron y no le tomaron el peso a la infección. “De primera la gente era bastante incrédula. Era un poco agotador escuchar opiniones, porque todo el mundo tiene su opinión y todos querían hablar. Entonces lo tomaban como una gripe común, como un resfrío”, cuenta y agrega que el tema comenzó a tomar otro cariz cuando los comerciantes chinos de su ciudad comenzaron a cerrar sus negocios: “Ellos tienen cafeterías, tienen bares, tienen restaurantes, tiendas de ropa y muchísimo comercio. Y esta gente, unas dos semanas antes que se nos diera la alarma, comenzó a cerrar sus locales. Y estamos hablando de gente que trabaja 24/7. Ahí nos dimos cuenta de que ellos estaban previniendo”.
Romina señala que nunca se manejaron cifras fidedignas, por lo mismo, no se sabe a ciencia cierta cuántos son los casos reales de contagiados en España: “Creo que siempre vamos a tener la duda, porque ahora estamos dentro de los tres mil contagiados diarios. Ya superamos la cifra de mil personas muertas. Cada día va escalando y acá no se hacen test, por lo que la cifra real de personas no se sabe”.
Por otro lado, la joven señala que el español común minimizó el efecto del virus. “Costó mucho que la gente se quedara en sus casa. Ha costado muchísimo. Ahora estamos todos recluidos. Vamos por el séptimo día y lo que en principio iban a ser 15 días en casa, ya tenemos todos asumidos que va a ser hasta fines de abril”, dice mientras permanece en una cuarentena obligada decretada por el gobierno español bajo penas de cárcel o multas —muy altas— si no cumple.
La joven, eso sí, es clara en una cosa. Pide que Pucón se cierre definitivamente. “Hagan fuerza para que Pucón se pueda cerrar. Y lo voy a decir súper claro. Aquí cuando no se decretó por Ley, sino que fue un consejo que se le dio a la gente sobre el quédense en su casa, la gente se lo tomó como unas vacaciones y qué hicieron: se fueron a sus segundas residencias, a las casas de veraneo y a las casas de montaña y ahí fue donde quedó la escoba en buen chileno porque el virus se expandió por todas partes”, esgrime con fuerza Roina, quien agrega a renglón seguido: “Yo mismo puedo ser positivo para el virus y no lo sé porque no tengo sintomatología y no están haciendo test y el hecho de que no tenga síntomas o que haya tenido un poquito de tos no quiere decir que no lo tenga. Yo no sé si le puedo estar llevando la carga viral a alguien. Entonces la única forma de controlarlo es que la gente se quede en su casa. Y ese fue el gran error que se cometió acá, que la gente se empezó a ir y empezó a llevar el virus a ciudades y pueblos donde no había ningún contagiado”.
La puconina agrega que a estas alturas en españa hay pueblos absolutamente cerrados. “No entra ni sale nadie”, dice y enfatiza en que el virus también puede ser fatal para la gente joven y que no presenta patologías previas: “Yo llamo a la gente de Pucón a que hagan presión porque se necesita cerrar la ciudad. Todos sabemos como es el sistema de salud en Chile. Yo puedo comparar el sistema de salud de Chile con el europeo y no tiene comparación. Y estoy hablando de un sistema de salud que no da abasto y no hay insumos. El hospital de Pucón no daría abasto”.
Romina también profundizó en los casos de gente que muere lejos de sus familias y estos no pueden, ni siquiera, darles el último adiós en una ceremonia formal: “Como buena chilena y como buena sureña, somos muy apegados a la familia. Y quiero que piensen un poquito en lo triste que es cuando una persona que sale de tu casa en ambulancia y entra a la UCI, no la vas a ver nunca más porque las probabilidades de que salga de la UCI son muy remotas y esa es la verdad”. La joven comerciante chilena agrega que los procesos son complejos porque los cuerpos de los fallecidos están contaminados y no se pueden tocar: “No se puede velar, no se puede ir a un funeral porque hay que mantener una distancia de seguridad. En algunos municipios se estaba permitiendo hacer funerales, pero lo que pasa es que son tantos muertos que cada vez que hay un funeral de una persona que murió por este virus, hay que descontaminar y sanitizar todo () no te puedes despedir de tu papá, de tu mamá, de tu abuelo, de tu hermano… de la persona que haya fallecido. Y eso empeora el duelo. No hay un adiós, no hay una caricia, no hay un beso. La última vez que lo viste fue cuando se lo llevó la ambulancia y eso es lo que la gente tienen que entender”.
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