Editorial
Odiosa lucha de clases
Qué duda cabe de que los últimos tiempos en Chile han sido más que complejos. Desde un estallido social o delictual (según el punto de vista de cada uno), hasta llegar a la pandemia que se alarga en demasía y que tiene al país ahogado en restricciones de movilidad que no se veían desde la dictadura. Todo, sumado a una crisis económica que tiene al borde de la quiebra a cientos de empresas, lo que genera un desempleo galopante y peligroso.
Pero más allá de la salud y la economía; pareciera ser que ambas crisis (la que partió en octubre y siguió en marzo con la pandemia) ha reactivado una fractura que por décadas desangró al país y nos mantuvo al borde de una guerra civil aplacada a sangre y fuego por un golpe de Estado de corte militar como el vivido el 11 de septiembre de 1973.
El problema es que pareciera no hemos aprendido mucho. Al leer comentarios, principalmente, en redes sociales nos encontramos que cualquier problema, situación difícil o conflicto desemboca en un escenario de buenos y malos; ricos y pobres; cuicos y flaites; fachos y comunistas o nosotros versus ellos. Todo pareciera estar en blanco y negro y sin ningún matiz. Con una clase mayoritaria llena de virtudes (por lo general el pueblo) y otra mala y contaminada hasta la médula (la elite).
Pero la realidad es bastante diferente. La naturaleza humana es imperfecta y los defectos y virtudes son más democráticos de lo que pensamos y se reparten equilibradamente en todas las esferas; rangos sociales e, incluso, etarios. Y en Pucón no estamos ajenos a este fenómeno. Pareciera ser, de un tiempo a esta parte, que todos los problemas que vivimos (generalmente asociado a la pandemia) son por culpa de los “cuicos” y turistas que vienen a contaminarnos en sus “malditas” segundas viviendas. El pueblo sufre y nadie puede consolarlo. Pero la verdad es que si bien hay un grupo (no sabemos cuántos) de personas sin el mayor cuidado o sentido de comunidad que, desoyendo las recomendaciones e incumpliendo las medidas del Gobierno, viajan a la zona usando subterfugios rebuscados como mudanzas o contratos de trabajo falsos; también hay personas locales que no toman en cuenta las recomendaciones y se las guardan en buena parte. Para ellos, el uso de mascarilla, la distancia social y el lavado de manos pareciera ser solo una historia lejana y sin sentido.
Como medio local no podemos dejar pasar, lo que creemos, es un gran error. Antes no hemos temido enfrentarnos a los poderes locales y denunciar responsablemente acciones reñidas con la probidad pública y privada. Y ahora tampoco tememos el enfrentarnos a este cáncer social que tanto daño y muerte ha traído a la humanidad: la lucha de clases. No podemos permitirlo como medio y como comunidad debemos parar este destilado de odio. Nada bueno puede salir de esto. Felices Fiestas Patrias. Aún estamos a tiempo.
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