Un plan necesario en un pésimo momento

Con más de ocho meses de pandemia en el cuerpo de cada uno, con cuarentenas voluntarias, obligatorias y también de fin de semana. Con muchos aciertos y con muchas torpezas. Con autoridades comprometidas y con otras no tanto. Con harta politiquería de la más baja y con acciones concretas y de beneficio público. Todo esto ha pasado en Chile y Pucón durante este año. Nadie podrá decir que fue un año tranquilo o como cualquier otro. Sin duda habrá muchas historias que contar a nuestros nietos, si Dios nos concede tenerlos. 

Ocho meses desde que se inició la crisis del Covid y más de cinco desde que de esta misma tribuna comenzamos a preguntarnos cuál era el plan para nuestro Pucón y para enfrentar el turismo, el eclipse y el verano. Más de cinco meses y aún no existe uno. Nada oficial al menos. El llamado “protocolo de destino” que parece ser lo más cercano a ese plan está en el horno en su última etapa gracias a la intervención de la Universidad de la Frontera  y la presión inédita de asociatividad de los gremios de la comuna. Aunque no hemos visto el documento y no podemos referirnos a su contenido es innegable que su necesidad es evidente y urgente; sin embargo resulta necesario preguntarse si llegará a tiempo. Y creemos que la comunidad merece saber las razones de su dilación. 

El propio alcalde Carlos Barra prometió presentar este plan (o uno con más o menos el mismo objetivo) para la segunda semana de septiembre, plazo que ya en ese momento nos parecía excesivo, plazo que no se cumplió y que nos tiene a todos hoy dependiendo de la voluntad y eficiencia del gobierno central. Y digamos las cosas como son, nuestro Estado no se caracteriza por tramitar y ser muy eficiente en su burocracia interna. Algo falló, si el departamento de Turismo, la alcaldía, la Salud local o la seremi regional, los privados o alguien más. No lo sabemos, pero sí nos parece necesario que si queremos proyectarnos para el futuro, este aire de desidia, incompetencia, burocracia  e irresponsabilidad, debemos erradicarlo.

Hoy a 13 de noviembre, a un mes y un día del evento turístico más relevante del año para la comuna no conocemos el plan; no sabemos sus implicancias y la opinión pública no sabe a qué tiene que atenerse. Surgen la razonable duda de si se alcanzará a socializarse para que todos aúnen esfuerzos para cumplir los nuevos estándares. O derechamente se apostará a la lógica punitiva más allá del conocimiento de las normas. 

En fin. La descoordinación y retraso es evidente y ya sabemos quienes pagarán la cuenta, los mismos de siempre: los ciudadanos. En hora buena que exista un plan, aunque con un pésimo timing, pero hay que mirar el vaso medio lleno: podríamos ni siquiera tenerlo.