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Editorial

La salud del alcalde

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En los últimos días hemos sido golpeados como comunidad por las alzas de contagios de Covid-19. Y todos, de alguna forma u otra, hemos pagado las consecuencias, ya sean éstas por estar enfermos, hace cuarentena, sufrir con el retroceso a Paso 2, ver mermada la economía y muchos problemas psicológicos generados por la incertidumbre económica y social; el encierro y el miedo a contagiarse y terminar entubado en una sala de hospital o, tal vez, partir de esta vida. Y de verdad, el “todos” quizás nunca fue tan exacto como ahora. Todos.

Y nuestro alcalde, Carlos Barra, no ha estado exento de ello. Primero se conoció el caso de su esposa, quien está grave y entubada en Temuco; y luego el del jefe comunal, quien también está internado en la capital regional con una neumonía provocada, según se ha sabido, por el temido bicho pandémico del Sars-Cov-2 (Covid-19). Pero más allá de desearle una pronta recuperación al jefe administrativo de la comuna y a su esposa (que lo hacemos por cierto y entendemos que el alcalde está pronto a dejar la clínica), llama la atención cómo se ha manejado el tema de parte de la municipalidad.

Es decir, no es menor que el jefe comunal esté complicado de salud y más aún si —lamentablemente— está infectado por el virus. El problema se genera cuando las señales dadas por la institución pública son tan opacas. Esto, porque desde que se dedicaron a emitir comunicados e informaciones, los datos eran bastante inexactos. Decir, por ejemplo, que el alcalde se encontraba haciendo una “cuarentena preventiva” por “haber estado en un centro asistencial” era algo que rayaba en lo absurdo, irrisorio y hasta ridículo. Y luego, cuando el hombre tuvo que ser internado, nunca se transparentó claramente cuáles eran las razones reales de la recaída. Y eso, simplemente, no se entiende tomando en cuenta el interés público del paciente en cuestión. Guardando las proporciones, es como si se ocultara el contagio del Presidente de la república. Y eso sería algo inexplicable. Todo esto, sin contar el detalle del alta médica entregada, ya que la recaída se produce a posterior y quedaron varias dudas que ninguna autoridad, excusándose en las leyes de protección al paciente, pudo explicar. Entendemos la privacidad y la respetamos (y defendemos); pero hay matices que tienen que ver con el carácter público de las personas. Es decir, es diferente, en su esencia, la información generada en torno a una persona pública como el alcalde que otra producida en un privado. Es imposible medir con la misma vara.

Desde esta redacción abogamos y pedimos por la pronta recuperación de Barra y su esposa; pero también ponemos el punto en que la información de estos temas tan delicados debe ser transparente y evitar así opacidades que solo alimentan dudas, malas interpretaciones y dan pie a producir teorías conspirativas de dudosa calaña que nada aportan al desarrollo comunal.

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