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La ruta de una camioneta robada: una trama llena de errores policiales que termina en las montañas de Curarrehue 

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  • LVP recorrió una historia que deja una serie de dudas sobre cómo las víctimas son tratadas por el sistema y como la poca colaboración de quienes deberían estar velando por resolver delitos atenta en contra del éxito en las causas. Mientras, las bandas operan y muchas rutas de escape y escondites llevan a predios en medio de los agrestes parajes cordilleranos del Corredor Lacustre. 

El martes seis de junio pasado, la historia de una familia de La Araucanía, de alguna forma, cambió. Al menos el cómo se enfrentan al sistema judicial y policial como víctimas de un delito. Y uno que se pone cada vez más de moda en la zona: el robo de vehículos. Ese que, sólo en Pucón, en lo que va del año ha marcado un aumento de más de 300% según las cifras de Carabineros. Ese día martes, la Nissan NP300 —el vehículo familiar— fue robada del lugar donde la estacionaban a metros de la casa en Los Laureles (Cunco). Y como tantos más debieron ingeniárselas frente a un sistema que pareciera no le interesa solucionar este tipo de casos o que, al menos, se muestra indolente. Por ahora, prefieren mantenerse en el anonimato, mientras preparan algunas acciones legales, pero igual entregaron su testimonio para recrear la odisea que vivieron para recuperar el vehículo. Y lo peor, una serie de errores de Carabineros en el trabajo investigativo. 

La víctima que entrega su testimonio recuerda que luego de hacer la denuncia, la recomendación policial fue esperar. Pero para ellos el tiempo era clave. Por lo mismo decidieron comenzar una investigación de carácter privada con el apoyo de una red de búsqueda informal que se activa en casos de este tipo. Lo primero, chequear cámaras de seguridad para definir alguna ruta de la NP300. Y por ahí salieron las primeras pistas. Las imágenes de un almacén mostraban al vehículo tomando la ruta que apuntaba hacia Villarrica por Pedregoso. 

“Me contacté con una ONG (grupo de apoyo y búsqueda) y me junté con un caballero de esa ONG que funciona de forma anónima”, recuerda. Y la recomendación siempre apuntaba a pesquisar la ruta a través de las cámaras de seguridad. Y fue así como las imágenes que se viralizaron hace algunas semanas (imagen de más abajo) mostraban a la NP300 sobre otra camioneta blanca y una más que iba a modo de escolta por las rutas de la Zona Lacustre. Los videos marcaban el paso por Pucón a través del Camino Internacional y la ruta lógica era Curarrehue. 

“Cuando mis papás llegaron a Curarrehue los primeros que acudieron a prestar cámaras de grabación fueron los Bomberos. Y, efectivamente, Bomberos confirma el día jueves que las camionetas entraron a Curarrehue y pasaba remolcada”, recuerda la víctima, quien agrega: “Ese fin de semana hubo muchos robos y me contactó mucha gente que le estaban robando sus autos”. 

La mujer cuenta que sus padres decidieron arrendar una cabaña y quedarse en la comuna cordillerana. Esto, debido a que la posibilidad de que el vehículo no estuviera lejos era cierta. Y tenían razón. Las últimas cámaras de seguridad que logró pesquisar mostraban la caravana de vehículos doblando por uno de los puentes del pueblo en dirección hacia Añihuarraqui, una zona montañosa en medio de la cordillera, a los pies del cerro conocido como “Colmillo del Diablo”. 

Desde ahí el capítulo final comenzó a gestarse. Ya en la ruta de escape no había cámaras, por lo que el trabajo investigativo que llevaron a cabo sólo tuvo que centrarse en la observación en terreno y tratar de ganarse la confianza de los lugareños. Todo esto en una ruta que este medio recorrió días después y que, además de lo agreste, está marcado por reivindicaciones territoriales de comunidades mapuches locales. 

Un dato clave

Ese viernes nueve de junio saltó un dato clave: “Me llama un contacto y me dice que encontraron un foco, pero que me lo entregarían sólo a mí. Me mandaron el número y me contacté con la señora y si era el foco era un punto clave para demostrar la ruta que usaron para salir de Curarrehue”. Y claro, el foco pertenecía a la camioneta y ya no quedaban dudas que el vehículo debía estar en esa ruta que une a la comuna cordillerana con el sector de Añihuarraqui. Es decir, el rango de búsqueda se acortaba considerablemente: “Fuimos a buscar el foco y la familia nos dijo que las camionetas pasaron entre las 6 y 7 de la mañana. La gris sobre la blanca, escoltada por otra blanca. Eran tres camionetas”.

Según cuenta la víctima, en Curarrehue recibieron la ayuda informal de un carabinero, quien pidió que nunca lo nombraran, debido a que “no quería tener problemas con sus colegas”. “Por favor pedía que no dijéramos nada, pero que nos ayudaría con pistas. Ahí entendimos que no podíamos contar con Carabineros y una muestra es que fuimos a Carabineros a pedir cámaras (la tenencia está en la calle principal), pero nunca llegó nada”, sostiene. Con eso, ya el sábado comenzaron a rastrear en el sector. Con el paso de las horas, la búsqueda empezó a dar frutos.

Y claro, ya con preguntas directas a los lugareños, algunos comenzaron a dar datos clave. Principalmente de personas que habían llegado hace poco, que se desplazaban en camionetas como las que se buscaban, organizaban carreras de caballos y hacían desordenadas fiestas. El punto es que los datos se hicieron cada vez más prístinos y apuntaban a unas cabañas arrendadas donde pernoctaban estas personas con costumbres ajenas a la de los lugareños dados más a la vida reposada. “Era nuestra última esperanza”, dice.  Y la esperanza se transformó en una realidad. Las indicaciones eran certeras. 

“La camioneta estaba en uno de los predios. Al aire libre. Estaban las dos camionetas blancas estacionadas una al lado de la otra y estaba cruzada de frente la camioneta gris de mis papás (ver fotografía principal de esta nota)”, recuerda. El punto es que una vez que las divisaron, la decisión era —ahora sí— llamar a Carabineros para sistematizar y formalizar la recuperación. Era demasiado el peligro de encarar al grupo que estaba en el predio y que, obviamente, se dedicaban al robo de vehículos. De hecho, la víctima dice que cuando encontraron los vehículos, quienes cuidaban la parcela se alertaron y se movilizaron. Incluso tiene dudas de que los siguieron unos metros cuando dieron la vuelta para volver a Curarrehue. Por lo mismo, ya era hora de avisar a la policía uniformada. Pero las cosas tenderían a complicarse. 

“Carabineros nos pidió el número de parte, quién hizo la denuncia. El tema es que se demoraron cerca de 45 minutos entre que mi hermano llegó a la tenencia a poner la denuncia y llegaron al lugar donde estaban las camionetas. Nosotros encontramos la camioneta a eso de las dos de la tarde”, dice la víctima, quien quedó vigilando de lejos el predio mientras llegaba la policía y se percató (con unos binoculares) que los delincuentes estaban realizando algunos cambios de último momento en el vehículo. Principalmente cambiando letras y la parte frontal. Según algunos conocedores de este ilícito, la idea de los delincuentes es transformar las Nissan NP300 en Navaras y así poder comercializarlas de manera más libre: “Pero nosotros sabíamos que era nuestra camioneta porque en la ventana había un chal de mi mamá que puso para cubrir los asientos. Ese chal estaba colgando en la ventana”.

“Ahhh ¿y habían más camionetas?”

Cuando la víctima vio, por los binoculares, que Carabineros llegó al lugar donde estaban los delincuentes, decidieron ir a la tenencia a esperar los resultados. No pasaron muchos minutos cuando vieron llegar la camioneta robada y a una persona que, se suponía, venía en calidad de detenido. Un detalle: según la víctima, nadie reconoció la camioneta en el lugar. La policía sólo fue a buscarla y la llevó hasta la tenencia. El punto es que nadie de la familia la señaló —junto a los uniformados— donde la estaban trabajando, sino que el hallazgo se hizo efectivo y oficial sólo en la tenencia cuando el vehículo llegó. 

“Entré a la tenencia y les dije que necesitaba entregar la evidencia que teníamos, porque había otras dos camionetas supuestamente robadas y quería saber dónde estaban los otros tipos que robaron junto al que estaba supuestamente detenido”, explica la víctima y agrega: “Y me dicen, ‘ahhh ¿y habían más camionetas?’ y yo les digo que sí, que había otras dos más. Pasaron como diez minutos y fueron a buscarlas. Cuando llegaron allá no había nadie y nada en el lugar. En el interior, según ellos, había dos mujeres y un lactante. Y yo había visto a tres hombres trabajando en la camioneta. Se demoraron como media hora en volver y llegaron sin nada. Dijeron que se habían fugado y en eso nos llega un video en que las dos camionetas blancas iban saliendo de Curarrehue, de hecho pasaron por fuera de Carabineros”.  Una de ellas, según se comprobó después, tenía un encargo por robo.

Pero no fue lo único. Según la víctima, el eventual detenido declaró ante la policía que él solo había comprado la camioneta sin papeles en $3 millones y que sólo la estaba arreglando. Una versión, a lo menos, dudosa. El punto es que eso fue, al parecer, lo que los Carabineros comunicaron al fiscal  de primeras diligencias y el persecutor decidió dejarlo citado. Es decir, en libertad a la espera de más diligencias en la causa. El hombre, quien está identificado y tenía cerca de 20 causas por diferentes delitos, salió caminando de la tenencia de Curarrehue: “Yo estaba fuera del cuartel cuando quedó libre. El tipo estaba muerto de la risa”.

Pero la historia no termina ahí. La víctima dice que se contactaron con un alto mando de la prefectura para reclamar por el procedimiento. Y hubo una reacción. Carabineros, según la mujer, envió a su sección civil (SIP) de la comisaría de Pucón hasta el predio. “El lunes subió la SIP y subió mi papá también. El dueño de la cabaña la había arrendado y nos contactamos con él. Fueron a la casa, mi mamá sacó fotografías. Estaban las llaves de la casa, de un departamento, de un negocio que tenemos en Temuco. Dentro de la casa estaba inmundo. Había ratones vivos. Bolsas de nylon con un polvo blanco (eventualmente droga), unas pesas para medir gramos. Después me enteré que efectivamente era droga. Mi papá dice que esa bolsa se la llevó Carabineros. Y que la policía tomó fotografías, pero que no retiró nada del lugar como evidencia. Había patentes, otros documentos de camionetas robadas, habían muchas latas de patentes viejas, llaves de camionetas, computadores y la SIP no se llevó nada (fotografía de más abajo). Le dejó todo al dueño de la casa. Mi papá se trajo las cosas que reconoció como de él y el resto lo dejó”, recuerda. LVP contactó a otros testigos que corroboran esta parte de la historia, incluso nombran que había un frasco con marihuana, de lo que también hay imágenes que quedaron en registros. También incluyen, entre las especies, una cédula de identidad de una mujer que había sufrido un robo en el norte del país.

LVP quiso chequear esta historia con el dueño de la casa, quien también pidió anonimato por seguridad, y confirmó que gran parte de la evidencia quedó en la casa. Este medio también pudo confirmar que el arrendatario de la casa es un reconocido delincuente buscado en diferentes partes de Chile, quien obviamente ya no está ubicable y que mandó gente de su confianza a retirar parte de las especies horas después. Todo esto en medio de la montaña y… de demasiada impunidad.

La versión de Carabineros

Al ser consultado Carabineros por el procedimiento y la denuncia de la víctima por la serie de supuestos errores, desde la Unidad de Comunicaciones señalaron que el procedimiento fue ajustado a Derecho. Que se incautaron dos vehículos (se trata de otra camioneta que estaba en el predio sin pick up) y otras especies y que si la persona detenida sólo fue dejada apercibida (citada) por el fiscal, fue una decisión que entra en la discrecionalidad del Ministerio Público. 

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