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Opinión

Batalla de egos: cuando la rivalidad perjudica a la ciudadanía

Publicado

en

*Por Daniela García M.

En política la rivalidad entre líderes puede ser tan antigua como la misma democracia. Lo que debería ser un intercambio de ideas y un servicio dedicado a la ciudadanía, se convierte en una lucha de egos que cada vez perjudica menos al contrincante y más a las y los ciudadanos. Esta dinámica, donde las personas están más enfocadas en vencer al oponente que en beneficiar a la población, está teniendo preocupantes efectos sobre  la democracia y también en la gestión municipal local. 

El problema es que en lugar de trabajar juntos para abordar los problemas de la comuna, algunos caen en la trampa de la rivalidad personal. Esta competencia mina la colaboración y obstaculiza la gestión, traduciéndose en nula o menor capacidad para implementar soluciones. Mientras los responsables de la gestión están ocupados intercambiando críticas, la ciudadanía sufre las consecuencias de la parálisis política y de gestión.

En mi experiencia, un ejemplo claro de esta dinámica es la falta de innovación, eficiencia e incidencia que está teniendo la municipalidad en el desarrollo de Pucón. El foco en la rivalidad y la crítica no sólo está desviando la atención de los problemas reales y paralizando, sino que también, erosiona la confianza de la ciudadanía en la institucionalidad.

¿Cómo podemos mitigar este problema? En primer lugar, los líderes políticos deben recordar su responsabilidad primordial: servir a la ciudadanía y ejercer su liderazgo con responsabilidad, para que el aparato estatal que responde a su mandato se alinea con las cualidades de un liderazgo positivo. Siempre  fomentando  el diálogo constructivo y la colaboración.

La ciudadanía también tiene un papel vital en este escenario. Los votantes deben ser conscientes de las tácticas de distracción y centrarse en las propuestas y políticas concretas que beneficiarán a la sociedad. Se debe exigir un enfoque más constructivo por parte de los líderes políticos para contribuir a un cambio cultural, donde la rivalidad personal se relegue a un segundo plano frente a la responsabilidad pública.

Es crucial reconocer que la rivalidad entre quienes de alguna forma representan al Estado, no sólo es un problema para ellos, sino que también tiene consecuencias significativas para la ciudadanía. Sólo a través de un cambio en la cultura política y una mayor conciencia ciudadana se puede esperar que los líderes dejen de lado sus egos y trabajen juntos para abordar los desafíos que enfrenta la sociedad.

*Daniela García M. Es concejal en Pucón.

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