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Opinión

Temporada verano 2024: volviendo a la realidad

*Por Eugenio Benavente  

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No podemos dejar de manifestar que este verano fue algo especial, en todo sentido. Ya en el comienzo, con la decisión de si iban o no los fuegos artificiales, el show de la banda para los puconinos, y la escasa reserva anticipada en los alojamientos. ¿Será que nos acostumbramos a dos años con sobredemanda producto de la postpandemia, donde la gente no salía del país por miedo a enfermarse fuera? Y junto con esto, hay que sumar el “efecto retiros”, que hacía parecer que nuestro país fuese el único en el mundo donde la economía no tocó los bolsillos de la gente.

Luego de hacer varios sondeos dentro de la temporada a personas relacionadas con el sector turismo, y también dentro de la CTP (Cámara de Turismo Pucón), llegamos a algunas conclusiones que —creo— no distan de estar cercana a la realidad de lo ocurrido. Las tasas de crecimientos en el turismo local de los años anteriores a la pandemia oscilaban entre el 3% al 4% anual, lo que marcaba una subida paulatina y significativa en el destino. Esto mantenía una proyección que daba marcos acotados futuros en las ventas. Y lo anterior se traducía en “atrevimientos” en la inversión para esperar un retorno dentro de las temporadas venideras, apostando que el ciclo de crecimiento sería, en el tiempo, regular.

Luego llegó la “tristemente famosa” pandemia, desordenando todo. El trabajo, el colegio, las compras, los viajes, y por supuesto, la economía local. Esto, dado por la condición de del turismo, actividad que no se podía adaptar a la “teletrabajo”, o mejor decir a la “tele-visita”, lo quebgeneró estragos significativos en el sector de alojamientos y servicios. Pucón, que vive bajo más del 90% de la actividad, sufrió aún más los bemoles de este ya casi olvidado bicho asiático.

Al pasar la pandemia, y la gente con dinero en los bolsillos, y unas ganas de salir del encierro atroces, se lanzaron a la conquista de su país, recorriendo cada esquina de éste con tal de no estar un minuto más encerrados en sus casas. Esto produjo una elevadísima visitación, sobre todo a los destinos de “naturaleza verde”, principalmente, destinos con cuerpos de agua (lagos, ríos y lagunas), lo que llevó a sobrepoblar y sobre demandar servicios relacionados al turismo, y con esto, un gran desorden, pero en este caso, en los lugares que se vieron afectados por este fenómeno de “estampida”.

Pasamos a transar, de $1.900 millones día a $2.700 millones día, que se traduce en una altísima demanda por servicios que no daban abasto para satisfacer al público que llegaba, impactando no sólo al comercio, sino también, sobrepasando todas las capacidades de los atractivos de naturaleza, lo que unido a la pésima conectividad vial, terminó en una cuasi “invasión” turística con efectos complejos.

Hoy, y con esto hago la evaluación de lo que ocurrió esta temporada, estamos “volviendo a la realidad”. Y esta tiene que ver con un comportamiento relativamente moderado, con ingresos que si bien no alcanzan para mantener las familias todo el año (lo cual nos incita a trabajar más duro en la doble temporada) se sabía repartir estos fondos en los meses de baja, para así sostener las economías del hogar. Esto hasta llegar a una nueva temporada que se da en los meses de invierno, pero con mucho menos movimiento que la estival.

Los reclamos de falta de clientes, bajas ventas, la aparición del turismo informal (cosa que siempre ha existido), no son un fenómeno actual del destino, sino que una vuelta a lo que siempre fuimos, con un enero que comenzaba el 15, y un febrero muy alto que terminaba el 20. A la vista está la condición delicada y frágil de los destinos de naturaleza como es el nuestro, lo que señala decididamente a enfocarnos en generar movimientos el resto del año para “aplanar“ los ingresos y cuidar los recursos naturales y culturales de nuestro querido Pucón.

*Eugenio Benavente es presidente Cámara Turismo Pucón

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