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Editorial

La Cocina de Llancalil

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Este jueves nuestro equipo periodístico presenció en terreno lo que significó la votación y evaluación por el gabinete regional (o parte de él) del proyecto de la hidroeléctrica de paso de Llancalil. Y más allá de las posiciones técnicas personales que podamos tener, lo que vimos fue una muestra concreta de los vicios de la institucionalidad ambiental de nuestro país. Y en La Voz… creemos que es necesario evaluar para cambiar.  Primero, es de público conocimiento que este voto no es un voto técnico puramente, aunque todos sugieran y defiendan que es así. Por cuanto todas las autoridades que allí están tienen una subordinación política, y visiones políticas. La muestra más clara fue el hecho de que el mismo representante del Presidente se opusiera al proyecto, pero éste terminara siendo aprobado por el voto de los demás. ¿Alguien creerá de verdad que eso no  representa una estrategia diseñada previamente y totalmente coordinada? El proyecto nunca estuvo en riesgo. No es necesario hacernos creer que así fue. 

De la misma forma tampoco creemos que la política sea suficiente para rechazar este proyecto, ya que para hacerlo, por respeto a la institucionalidad y al Estado de Derecho (tan cuestionado en el gobierno anterior del Presidente Piñera por la bajada por teléfono del proyecto Punta de Choros), se requiere alguna validación técnica. Y aquí comienzan las contradicciones y los vicios de nuestra institucionalidad. 

Además, fuimos testigos de como vecinos gastaron sus propios recursos, pidieron permiso en sus trabajos y se movilizaron a esta reunión con la esperanza, por desconocimiento o ingenuidad, de que existía alguna posibilidad de persuadir a los votantes, cuando es de conocimiento público que nadie llega a decidir su voto en esa mesa (el voto con argumento preparado  previamente del propio Intendente es la muestra visible de eso). Lo que lleva a cuestionar el sentido de esta instancia. ¿Por qué la parafernalia y gestión de las expectativas de la gente? ¿Por qué no simplemente cada uno emite un decreto fundando su votación y se informa el resultado?  

En La Voz… creemos y defendemos las instancias de diálogo, pero en éstas como un ejercicio real de cambio, de consenso y no de mero teatro y simulación de democracia y participación. Lo que vivimos este jueves es una muestra clara de los vicios de nuestra institucionalidad frente a estas materias, porque genera expectativas y juega con las ilusiones de la población gratuitamente. Creemos en la institucionalidad y creemos en las decisiones técnicas respecto a los impactos ambientales de nuestros proyectos, pero no tiene sentido hacer participar a los vecinos, exponerlos y hacerles gastar en instancias en donde sus opiniones no inciden. Eso nos parece innecesario y oculta una realidad: la realidad de que los votantes llegan con esto zanjado y que esta instancia está definida en la cocina. En el líving se hace el show, pero nadie cambiará nada de lo ya decidido y acordado entre cuatro paredes.

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