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Violencia en el colegio Los Arrayanes
Vivimos en un mundo y en una sociedad muy diferente a la que conocimos hace apenas 20 ó 30 años atrás. Existe una evidente pérdida de valores esenciales que delinearon el desarrollo y a la cultura occidental por siglos o tal vez milenios. Entre ellos, el respeto a las figuras de autoridad. Y esto último es un fenómeno que se ve tanto en el hogar, como en los colegios y, en general, en la sociedad completa.
Y las razones para explicarlo quizás no puedan contenerse en una editorial como ésta; pero queremos hacer foco en una noticia que, lamentablemente, conocimos durante la semana: la denuncia de los profesores del colegio Los Arrayanes en contra de una apoderada que habría ejercido un acto de violencia en contra de la directora del establecimiento.
Creemos que un acto de ese tipo es inconcebible y no podemos dejarlo pasar así como así. Es necesario tomarnos un tiempo para reflexionar y replantearnos en cómo la violencia se ha hecho presente y se ha validado, incluso políticamente, para conseguir objetivos. Pareciera ser que el razonar con argumentos ya no es el camino adecuado para resolver diferencias; sino que todo se reduce a quién grita más fuerte o, en el peor de los casos, quien golpea de manera más certera.
Es tiempo de poner un límite a todo esto. Y la sanción a esa agresión en el colegio Los Arrayanes debe ser ejemplificadora, para disuadir cualquier otro intento parecido. Nuestra comunidad, históricamente acostumbrada a las formas más relajadas de un pueblo chico, pareciera ser que está a punto de desbocarse por los estímulos inadecuados que rigen nuestro mundo limitado y delineado por las redes sociales (generalmente resumidero de lo peor de la humanidad). Desde esta redacción apoyamos a la profesora víctima de estos hechos y esperamos que nunca más en un colegio de nuestra comuna cosas de este tipo se repitan. Invitamos a todos a bajar un cambio. Hay vida más allá de Facebook, Twitter, Instagram y también Tik Tok. Y de hecho quizás sea hasta más agradable.