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Opinión

La ética de la prevención

Publicado

en

*Por Daniela García M.

Recientemente fue aprobado el Plan Comunal para la Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) y en este mismo medio se publicó una nota sobre las principales amenazas detectadas. En esta columna invito a reflexionar sobre la importancia de asumir una política de gestión del riesgo (PRRD) de manera transversal y responsable. 

Para la ONU la PRRD es una parte vital de la estrategia global para el desarrollo sostenible. A diferencia de lo que comúnmente se piensa, los desastres “naturales” no existen; sólo existen las amenazas naturales. Porque somos los humanos quienes, por voluntad o fuerza mayor, decidimos donde asentarnos. Ahora, además, somos causantes de los cambios climáticos (era del antropoceno). En este contexto, lo fundamental es entender que la RRD se enfoca en prevenir y reducir los daños causados por estas amenazas, (incendios, inundaciones, sequías y pandemia) para no solo responder a desastres una vez que ocurren, sino crear una infraestructura y una sociedad más resiliente, que pueda resistir, adaptarse y recuperarse. Esto implica poner un importante foco en la planificación, desde ciudades resilientes con infraestructuras a prueba de desastres, a la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y  zonificaciones territoriales estrictas,  entre otras.

Sabemos por ejemplo que un destino turístico demora, al menos, 7 años en recuperarse de un desastre como incendios, ¿se imaginan lo que sería eso para la economía local? Nuestra industria turística, basada en el turismo aventura, obviamente entiende la importancia de reducir el riesgo. Sin ir más lejos, estamos trabajando intersectorialmente para proponer salidas a los costos económicos que significan las restricciones de seguridad de la actual alerta amarilla del volcán. 

Desde la comisión del concejo de RRD, la cual presido, estamos desarrollando una propuesta bajo la lógica de la gestión del riesgo, porque la seguridad de las personas y nuestro destino turístico va mucho más allá de la frase “sacar el candado del volcán”. Necesitamos seguir siendo pioneros y vanguardistas con las mejores condiciones de seguridad para turistas, locales  y el medioambiente.  

Mi invitación es a asumir la importancia de la gestión del riesgo, su lógica y ética como una política de gestión municipal, por ejemplo en la planificación del presupuesto, con márgenes y porcentajes, y que la planificación de proyectos tenga “análisis de riesgo”. Por ejemplo en el área de salud, la reducción del riesgo ha sido exitosamente probada especialmente en temáticas de ETS  (enfermedades de transmisión sexual), adicciones y obesidad. En un mundo que cambia cada vez más rápido, donde la adaptabilidad será una cualidad fundamental, la planificación debe incluir la gestión del riesgo, la proyección de escenarios posibles y la preparación para ellos.

Porque la gestión de riesgos en proyectos y la reducción del riesgo de desastres no son conceptos aislados, sino dos caras de la misma moneda. Ambos buscan anticipar y abordar los obstáculos que amenazan el progreso y la sustentabilidad. Al incorporar estas prácticas en nuestras estrategias de desarrollo, construimos un camino más seguro hacia un futuro sostenible, donde las comunidades, el Estado y las empresas pueden prosperar incluso frente a los desafíos más imprevistos. El éxito de esta crucial iniciativa dependerá también del compromiso ciudadano con ella; no hay prevención posible si cada uno de nosotros no la hace suya en su casa, con su comida, su basura, su relación con la naturaleza. Prevengamos las posibles dificultades para vivir mejor.

*Daniela García M. es concejal de la comuna de Pucón.

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