Editorial
El Ironman de la UC
El año 1984 se corrió el primer triatlón en Chile. Es decir, hace 40 años. Y dos años después la competencia se trasladó a Pucón. Y como impulsor principal de este evento tenemos al empresario norteamericano William Hatcher, quien por esos años se desempeñaba como gerente del Gran Hotel Pucón y luego fundaría la empresa de turismo Sol y Nieve (vigente hasta estos días). Y es probable que los mismos organizadores principales no vislumbraran en lo que se convertiría la prueba conocida hasta hoy como “la carrera más linda del mundo”.
Pero los años pasaron y lo que era un evento arraigado en nuestra comunidad en los ‘80 y ‘90; poco a poco fue perdiendo la conexión y el arraigo con Pucón. Esto, quizás por el crecimiento orgánico que la prueba tuvo, sobre todo cuando entró en la franquicia Ironman y la competencia se transformó en algo global. Y en buena hora que haya sido así.
Pero lo que se gana por un lado, casi siempre se pierde por el otro. Y a esto hay que sumarle el descuido que el club organizador puso en este sentido. Y queremos entender que lo anterior no se debe a que la organización deportiva de la Universidad Católica tenga un sesgo elitista y sólo se tenga como enfoque sus necesidades más urgentes y que se olvide de la comunidad donde se inserta. No. Entendemos que mover esta competencia exige un máximo de esfuerzo que deja poco espacio a las relaciones comunitarias e intersectoriales.
Y, la verdad sea dicha, creíamos que de esto había conciencia. Sobre todo cuando en la versión anterior (2023) se puso un énfasis en otras actividades anexas al evento (como la entrega de beneficios y ayuda social) y, más aún, se profundizaba comunicacionalmente una relación comunitaria. Pero todo eso parece haber quedado atrás en la actual organización. Todo volvió a ser como en los años anteriores a 2023 cuando el Ironman llegaba a Pucón (después del Año Nuevo) se instalaba, cerraba y se apropiaba del pueblo y luego se iban con la ganancia. Creemos que no basta con acomodar los trazados para hacer menos invasiva la competencia (se agradece); seguro el honorable Club Deportivo de la Universidad Católica puede hacer mucho más que eso. Aunque sea por la “patria, Dios y la universidad”.