Editorial
El aporte de las iglesias evangélicas en Chile
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El 31 de octubre se celebra en todo el país el “Día de las Iglesias Evangélicas”. Y esto a partir del año 2008 cuando fue promulgada la Ley 20.299 que pone en relieve las agrupaciones y congregaciones nacidas posterior a la reforma protestante liderada por Martín Lutero en 1517 y que puso de manifiesto cinco principios básicos que, en el fondo, son el sustento doctrinal del cristianismo fuera de la religión católica dominante: “Sola Escritura” que apunta a que en la Biblia está la voz revelada de Dios; “Sola Fide” que marca que solo la fe en Dios salva o que la salvación es por fe y no por obras; “Sola Gratia” que releva la gracias de Dios como el regalo que permite la salvación; “Solus Christus” que muestra que sólo Cristo salva y “Solo Deo Gloria”, lo que implica que sólo a Dios sea la gloria.
Desde ahí se produce un quiebre en la historia de la humanidad que marca un impulso en el desarrollo del hombre. Esto, por la explosión del conocimiento que trajo el acceso al canon bíblico, el que en el siglo XVI sólo estaba reservado para los clérigos católicos. La ecuación es sencilla. Para entender el plan de Dios con el hombre era necesario el acceso a los textos bíblicos y para eso había que saber leer. Esto sumado al desarrollo de la imprenta de Gutemberg, inventada menos de cien años antes, generó una explosión del conocimiento y el desarrollo del arte, la ciencia, la tecnología, la medicina y una serie de áreas que, previo a Lutero, estaban vedadas para el hombre común.
Y en Chile las cosas no han sido diferentes. Desde la llegada del primer misionero cristiano protestante, Juan Canut de Bon (por eso los seguidores de la fe eran llamados peyorativamente como “canutos” hasta el día de hoy), las iglesias protestantes han contribuido al desarrollo del país. Primero, como potenciadores de cambios significativos en las personas que se transformaban de parias en aportes a la sociedad; también en lo social, en la educación y en lo económico. Para muestra un botón: es común que en los informes de Gendarmería, los únicos presos que muestran signos reales de cambio y rehabilitación son los que se convierten a esta fe al interior de los muros de los penales donde la iglesia es muy fuerte.
Ahora, mientras se escribe esta editorial y la mayoría está con la resaca de una celebración deliberadamente “pagana” y anticristiana como “Halloween”, la mayoría de las iglesias y congregaciones cristianas (matices más o menos) siguen trabajando para cumplir a lo que fueron mandatadas: predicar el Evangelio. Y esto, sin lugar a dudas, es beneficioso para todo el tejido social. No hay que olvidar que la exitosa sociedad occidental fue construida sobre las bases morales y éticas del cristianismo. Y eso, aunque moleste a los retóricos del deconstructivismo de moda, es una realidad indubitable. Al final de la historia, estamos seguros, el cristianismo se impondrá. Está escrito.