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Editorial

La penetración del narcotráfico en Pucón

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En las últimas semanas hemos conocido una serie de historias que tienen como denominador común las drogas. El más grave, el doble crimen ocurrido los días previos a la Navidad. Y sobre este alevoso crimen, hasta ahora, no existen detenidos ni resultados visibles de la investigación policial. Y esto último, esperamos que sea una estrategia y que el trabajo silencioso pueda dar frutos prontamente y así dar tranquilidad a la población. 

Pero también conocimos sobre el operativo que permitió dar con la detención de un grupo que se dedicaba a la comercialización de drogas, principalmente marihuana. Pero no ha sido lo único. En las últimas horas también conocimos del trágico accidente de tránsito que cobró la vida de una menor de edad y en el que el conductor y padre de la víctima, al parecer, conducía bajo los efectos de la droga. Y como si fuera poco, desde Argentina supimos de la detención y posterior cuestionada liberación de un hombre que, en principio, se dedicaría al tráfico de estupefacientes y que tendría como “fachada”, según los medios trasandinos, un local comercial en Pucón. 

Es indudable que el tráfico y consumo de drogas es un hecho que sufren las sociedades actuales y que en Sudamérica cobra miles y miles de víctimas a diario; ya sea por el consumo mismo o por la violencia que arrastra este sanguinario y diabólico negocio. Entonces, no podemos hacer como que acá no pasa y menos creer que es un fenómeno acotado a unas pocas personas. Pareciera ser que las señales que hemos recibido dan cuenta de una realidad más compleja y profunda de lo que creemos. 

El llamado de esta editorial es a todo nivel. Primero, a las autoridades a entender que este es un fenómeno que nos golpea a todos y que cada vez que lo ignoramos crece irremediablemente. También que no está circunscrito a los barrios y poblaciones de la comuna; sino que en todos los espacios sociales y, probablemente, en todas las capas y actividades de nuestra comunidad. Y no es tan difícil darse cuenta de lo anterior, sólo basta leer los comentarios en redes sociales de las notas periodísticas donde se toca el tema y darse cuenta que son muchos los que validan el consumo de una droga tan dañina y, probadamente, entrada a otras más duras, como lo es la marihuana. Y esto, incluso, desde la misma institucionalidad local y, peor aún, también nacional. Para empezar, nunca debemos transar en un principio: las drogas son malas; quien diga lo contrario, se equivoca rotundamente y es un propiciador (un cómplice pasivo en realidad) del avance de las mafias que lucran y matan en las calles.

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