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El atractivo encanto de un volcán en “amarillo”

*Por Rodrigo Vergara.

Vivir bajo un volcán en permanente actividad y con picos de alertas como los que actualmente lo norman, la verdad, es una cosa de permanente y adrenalínica tensión. Estar a pocos kilómetros de una mole de la naturaleza que en algún momento puede generar una catástrofe de marca mayor (ya ha pasado) tiene un particular atractivo. La señal del macizo como un recordatorio que la vida es finita y que todo se puede ir al carajo en cuestión de horas es un baño de realidad. Y uno muy necesario para poder equilibrarnos de alguna manera. Nadie es eterno, pero muchas veces nos comportamos como si fuésemos.
Ahora, aumentar unos puntos la adrenalina y subir al nuevo Centro de Montaña Pillán (abierto el viernes pasado) es, de verdad, algo que tiene un atractivo difícil de poner en palabras o en un texto como éste. De hecho, desde la llegada a la base de Juncalillo el volcán te atrapa con sus fumarolas y tratas de guardar silencio para chequear si ruge como dicen los guías que llegan al límite de un kilómetro del cráter. El viaje en el andarivel por casi diez minutos también es atrapante. Pasar por sobre un bosque de coigües milenarios, mientras el frío viento de la montaña te cala un poco (aunque haga calor, siempre llevar un abrigo extra) es otra atracción en sí misma; más que una forma de transportarse para llegar a la cafetería desde donde parten las atracciones que ofrecen. El volcán sigue ahí con su desgasificación típica de Alerta Amarilla. Atracción total a la montaña que pareciera estar viva.
Ya en la cafetería, totalmente remozada por los nuevos administradores (la empresa Andacor), es posible definir qué hacer en el parque. Para mí, lo mejor es acercarse lo más que se pueda a la cima del volcán y desde ahí contemplar esta maravilla de la naturaleza: un volcán en plena efusividad y, quizás (solo quizás) en la previa de un proceso eruptivo del cual aún desconocemos sus reales alcances. Para eso, está disponible el segundo andarivel que te deja a unos dos kilómetros de la cima del macizo. Para quien no está acostumbrado a la experiencia diaria de estar a poca distancia de donde la lava sale expulsada y se deposita en la ladera cercana, es toda una maravilla. Tal vez para los que lo hacen a diario también. Y de ahí el atractivo y las multitudes que pagan varios dólares por llegar al cráter (cuando se puede).
Bueno. En todo caso la gente sigue llegando para hacer la travesía hasta los mil metros. Y era notorio la gente que bajaba y subía con el objetivo de estar lo más cerca de la cima que las autoridades permiten. En su mayoría de ellos extranjeros en busca de experiencias adrenalínicas y vaya que se la llevan. En todo caso el riesgo es controlado. La Alerta Amarilla permite el acercamiento, ya que las expulsiones de piroclastos caen, hasta ahora, solo en el radio de exclusión. Hay que necesariamente confiar en el profundo monitoreo del Sernageomin, quienes alertarán cuando el peligro suba. Mientras tanto, la actividad seguirá fluyendo. Y bien que así sea. Nuestra economía local, después de la pandemia, no soporta más prohibiciones a ultranza.
La bajada (en serio me hubiese quedado el día completo mirando el cráter humeante y el hermoso valle de Pucón con tres lagos a la vista) fue más lúdica que adrenalínica. La invitación de mi colega de PuconTv de bajar en unos carritos que solo tienen frenos y son llevados por la inercia no era muy atractivo para mí. Pero, para no quedar mal acepté. Y no me arrepentí. Un simpático guía colombiano (Iván) nos explicó y ayudó a desarrollar esta actividad. Con un español muy bien hablado y una caballerosidad que se agradece nos dio las instrucciones y a bajar. Estuvo bien, aunque en algunos tramos hay que aplicar fuerza humana, la inercia hace el resto. Algo de polvo y ninguna caída marcaron a nuestro grupo. La verdad solo esperaba no hacer el ridículo con un aparatoso accidente. El objetivo se cumplió y, más que eso, fue una agradable y entretenida experiencia. Aunque después de estar a metros del cráter del Villarrica, lo de los carritos es solo un buen cierre. En este sentido, ningún atractivo se compara con el nuestro volcán. Sobre todo si está en Alerta Amarilla.