Editorial
Las paredes de vidrio: parecer y ser
A una semana de la asunción del nuevo alcalde Sebastián Álvarez, la actividad política en la municipalidad se ha intensificado. Y es normal tomando en cuenta que los cambios de administración siempre traen movimientos y definiciones que no muchas veces son del agrado de todos. Pero los cambios son así: incómodos y con definiciones que permiten proyectar lo que será el actuar de los nuevos inquilinos del edificio municipal.
Y algo que ha llamado la atención en estos días es uno de los primeros anuncios realizados por el nuevo alcalde: cambiar las paredes de la municipalidad por vidrios. Y la señal es clara: la transparencia en el actuar público. Y entendemos que esto es parte de la agenda del jefe comunal. Es decir, tener un gobierno transparente.
Entonces la transparencia es toda una señal y en buena hora que así sea. Esto porque la política, en resumen, trata de hechos y de lo que se comunica. Y muchas veces lo segundo es más importante que lo primero. Pero necesariamente debe haber una correlación entre lo que se hace y lo que se dice que se hace, aunque sea un mínimo suficiente de coherencia.
Ahora, la señal de la transparencia es muy buena. ¿Quién podría discrepar con ella? Sin embargo parece contradictoria con la llegada de un asesor como Iván Soriano, quien está querellado por el Consejo de Defensa del Estado (CDE) en el denominado “Caso Fundaciones”. Y si bien entendemos la presunción de inocencia como algo trascendental en nuestra convivencia democrática; en el plano de las señales políticas quizás traer a Soriano no haya sido la mejor. Simplemente porque si bien los argumentos sobran a la hora de defender la decisión (se dice, incluso, que fue un denunciante en el caso); el hecho es que el asesor está en calidad de “imputado” en una causa de corrupción a raíz de una querella presentada por el mismísimo Consejo de Defensa del Estado. Y eso no es menor.
Por lo mismo, bajo la misma lógica de las señales que parecen ser importantes para la nueva administración, probablemente hubiese sido mejor esperar o presionar por un sobreseimiento definitivo y quedar limpio de la imputación antes de ingresar al nuevo equipo municipal. Así, posiblemente, el alcalde no hubiese quedado expuesto a la crítica, tal como quedó. Esto porque se vio como un acto incoherente. Asumimos la situación como un error político cometido en la pasión de asumir una tarea titánica como es liderar esta importante municipalidad y dejar atrás los 26 años de Carlos Barra. Pero eso no justifica la polémica medida. En política, las señales son casi tan importantes como las gestiones. Esto porque no sólo hay que ser, sino que también parecer.