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El confinamiento francés: colegios y guarderías seguirán abiertos y la gente podrá ir a sus trabajos
*Por Nancy Pamela Flores, desde París, Francia.
La realidad europea en esta nueva ola de contagios de Covid-19 se diferencia de lo hecho la primera vez. Con todo, los niveles de la infección subieron peligrosamente en la antesala del invierno. Todo en esta columna escrita para La Voz… por la periodista colombiana Nancy Pamela Flores.
Desde la pantalla de un televisor, de un teléfono móvil o de un computador, la alocución hecha por el Presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, el pasado 28 de octubre congregó a todo los hijos de una nación que guardaba la esperanza de no enfrentarse a un nuevo confinamiento.
Pero no fue así. A pesar de las estrategias y esfuerzos liderados por el gobierno francés, así como las acciones e iniciativas civiles que se promovieron para mantener bajas las cifras de contagios, Francia finalizó el mes de octubre con un 58% de su capacidad de atención hospitalaria ocupada.
El debate público no se hizo esperar tras el anuncio de este confinamiento que se prevé finalice el primero de diciembre de 2020. Voces en pro y en contra del aislamiento abarrotaron los espacios de opinión con comentarios de apoyo y con críticas, es evidente que nadie quería pasar nuevamente por un periodo de encierro.
Lo cierto es que en toda Europa el virus avanza más rápido de lo previsto y las medidas ahora implementadas buscan que el aislamiento esta vez sea menos fuerte para la población y más eficaz en temas de resultados. Lo anterior sólo es posible con esta medida de choque y por supuesto apelando al civismo ciudadano para que cada vez más las personas permanezcan en casa, alejados de los focos de contagio.
Como latina y extranjera la experiencia de vivir este período en Francia ha sido bastante enriquecedora porque he podido ser testigo de las políticas, los aciertos y desaciertos con los que este país enfrenta valientemente uno de los problemas sanitarios más graves vividos por la humanidad en el último siglo.
El confinamiento era algo inminente e inaplazable. Una vez concluyó el verano y la temperatura comenzó a bajar, empezaron a escucharse de manera constante las sirenas de las ambulancias a lo largo y ancho de París. Cada vez más hay personas afectadas por el Covid-19, aunque no conozcas a nadie en tu círculo cercano, las cifras expuestas periódicamente daban cuenta de que algo grande se acercaba.
Pero como dijo Macron “nos tomó por sorpresa la rapidez”, tal vez porque en las calles, la gente continuaba viviendo una vida “normal” adornada con un tapabocas las 24 horas del día. Pero ciertamente la rigurosidad de los primeros días había bajado.
En la primera visita que hago al supermercado, horas después de la alocución de Macron ya tuve que hacer fila al exterior para poder ingresar a realizar mis compras semanales. Algunos productos ya comienzan a desaparecer de las estanterías, sin embargo, y según lo anunciado por el gobierno esta vez no se detendrá ni la producción agrícola, ni la industrial, por lo tanto no deberíamos volver a pasar por el desabastecimiento de ciertos artículos y alimentos de primera necesidad.
Las calles y estaciones de metro empiezan a verse más despejadas, y como de costumbre en las horas de mayor circulación sigue habiendo un número significativo de ciudadanos haciendo uso del transporte público. Una vez empiece a regir la nueva medida de confinamiento, sólo circularán las personas cuyo trabajo así lo requiera y quienes por motivos de consultas médicas o atención a personas mayores deban desplazarse.
Es esta medida, la que más enrarece el ambiente en “La Ciudad Luz” ya que por su vocación turística, académica y comercial, París se mantiene viva incluso hasta altas horas de la madrugada. Siempre hay un sitio que conocer, una actividad que realizar, un evento del cual participar pero para mí y para muchos desde hace varios meses la única alternativa después del trabajo y los estudios es el auto-confinamiento.
Los niños y jóvenes seguirán asistiendo a las guarderías, escuelas y liceos. La Educación Nacional francesa seguirá garantizada mientras las condiciones lo permitan. En los aeropuertos se harán pruebas y controles a quienes entren y salgan del país. En realidad es una logística demasiado grande y poderosa cuyo efecto debería concretarse en la reducción de 40 mil casos de contagios diario encontrados a unos cinco mil en promedio.
A nivel comercial quienes más sufren el rigor de la pandemia son los bares, restaurantes y sitios de encuentro social, como cines, salas de teatro y eventos que desde hace varios días se vieron obligados a cerrar a tempranas horas por el toque de queda decretado entre las 9:00 de la noche y las 6:00 de la mañana en las regiones más afectadas.
Si desde Latinoamérica no dejan de llegar noticias el alto impacto económico en el que se traduce esta emergencia sanitaria, Europa y Francia no escapan a esta realidad. Para ello un sin número de ayudas financieras han sido desplegadas a lo largo y ancho del país. No obstante, algunos negocios han debido cerrar definitivamente sus puertas.
Pero es tal vez el lado humano es el que más preocupa al gobierno y prueba de ello es que algunas de las medidas que se tomaron buscan garantizar las visitas a los centros donde residen las personas de la tercera edad y garantizar el derecho a despedir a las víctimas de estas pandemia dignamente y no en aislamiento total de los seres queridos.
Subsidios a los trabajadores que no puedan ejercer sus actividades durante el confinamiento serán una vez más distribuidos por el gobierno y la ampliación progresiva hospitalaria para albergar la ola de ciudadanos enfermos que se prevé será mayor que entre marzo y abril de este año.
Entre mis actividades académicas y mi trabajo de medio tiempo el Estado Francés logra incluirme como beneficiaria de algunas de estas medidas. No obstante hay muchos inmigrantes cuyo estatus no es legal y para ellos la situación económica puede tornarse difícil con la suspensión de actividades. Sin embargo lo más importante está garantizado el acceso universal a la atención médica en caso de contagio con el Covid-19
El llamado del Gobierno presidido por Emmanuel Macron es entonces a una solidaridad cívica que propenda por disminuir las cifras actuales, que superan las de la primera ola del virus. Lo anterior, explicado por el mandatario evitará que el sistema de salud se vea posteriormente forzado como en otros países a escoger la vida de quienes puede salvar y quienes no, en caso de un aumento en la ocupación hospitalaria y de las camas en reanimación en las próximas semanas.
El país desde todas sus esferas se venía preparando para funcionar “virtualmente”. Es por ello que universidades, bibliotecas, comercio, bienes y servicios que no estaban disponibles en internet debieron ponerse a la vanguardia de las nuevas tecnologías para no desaparecer
La última palabra aún no está dicha. En las próximas semanas se evaluarán las acciones como ya es costumbre para definir si el confinamiento se levanta para las fiestas de diciembre o si por el contrario, se extiende. Los expertos prevén que un gran número de personas entrará en reanimación a mediados de noviembre, según comentó en su alocución el presidente Macron.
La expectativa principal es que las cifras se mantengan en número manejables hasta que el paso del invierno de un nuevo respiro y hasta que una solución científica sea encontrada para combatir definitivamente este virus que en en lo que va corrido del año ha cobrado en Francia ha cobrado 35 mil vidas humanas.
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