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Minería en Pucón: la “amenaza fantasma”
(Fotografía: Rodrigo Navarro)
- Si bien existen varios pedimentos de este tipo, no se vislumbra un proyecto que pretenda explotar industrialmente algún tipo de mineral. Según el coordinador del ministerio del rubro, en la zona no hay inversiones que apunten a desarrollar esta actividad. Los intereses en estas acciones de solicitudes van, en definitiva, por otras áreas.
Desde hace varios meses circulan en redes sociales una serie de proclamas y afiches que apuntan a la posibilidad de la instalación de la industria minera en la Zona Lacustre. De hecho, el fin de semana que recién pasó se realizó una masiva manifestación cifrada por Carabineros en más de 500 personas. Y en ella, parte de la comunidad, grupos ambientalistas, organizaciones sociales, activistas y políticos en campaña salieron con sus pancartas y consignas a la calle para rechazar la instalación de una industria minera en la zona.
Pero, ¿qué es lo que genera la alerta? Y ¿qué hace que muchos se muestren temerosos y levanten las banderas de lucha en contra de esta actividad? Sobre todo cuando no existe ningún proyecto formal ingresado en alguna plataforma pública que indique que en Pucón o Curarrehue exista la posibilidad de que se establezca una industria minera propiamente tal. Y el dato anterior, por cierto, ya debería dar algo de respiro y relajar los temores de un tema que asoma como uno de los que se puede tomar la agenda en la campaña política que está a la vuelta de la esquina.
Pedimentos mineros
Pero para entender el panorama completo es necesario conocer algunos aspectos legales del código y Ley de Minería (18.248). Ahí se establecen los requisitos y condiciones de las personas naturales y empresas que deseen tener una concesión minera. El principio es que la propiedad de los terrenos tiene afectación en la superficie y que bajo la superficie es el Estado el que tiene el control. Y el Estado es el que autoriza —a través de los mecanismos establecidos en la mencionada Ley— a que la gente tenga derechos sobre una extensión de subsuelo en el que pueden haber recursos minerales con fines de explotación.
Así lo explica Arturo Huenchullán, coordinador del ministerio de Minería en La Araucanía. “Para constituir concesiones mineras supone una tramitación judicial. En definitiva es el tribunal el que concede la concesión minera. Estas concesiones pueden ser de exploración o pedimento y explotación o manifestación. Tienen algunas diferencias en cuanto al trámite judicial, pero ambas son concesiones mineras”, explica Huenchullán.
El abogado del Conservador de Bienes Raíces (CBR), Freddy Apablaza, agrega otros elementos a la hora de entender el proceso. “Al ser el estado el propietario del subsuelo para poder explotar y extraer los minerales se debe regir en el marco de una concesión con un procedimiento legal y requisitos establecidos en el mencionado código”, dice Apablaza. Sobre quiénes pueden hacer el trámite, el profesional responde: “El artículo 22 (del código de minería) señala que toda persona puede hacer manifestaciones o pedimentos y adquirir concesiones mineras en trámite o constituidas, o cuotas en ellas, o acciones en sociedades regidas por este código, el mismo artículo establece excepciones para otorgarlo como el interés nacional”.
Es decir, cualquier persona natural o jurídica está en condiciones de pedir una concesión minera en un terreno determinado. Y esto se hace a través de los tribunales ordinarios y se inscriben en el Conservador de Bienes Raíces. De hecho, en Pucón se han conocido y publicitado casos en que personas se han encontrado con particulares en sus predios que explotan este tipo de concesiones para, principalmente, sacar áridos.
El uso de las concesiones
Ahora, otra pregunta que salta es cuál es el fin de estas concesiones y si existe, en la zona, algún peligro de instalación de industrias mineras, algo que podría ser un despropósito económico, social y cultural debido a la vocación turística del Corredor Lacustre en donde una minera, obviamente, sería potencialmente atentatorio a la industria y al desarrollo local.
Según Arturo Huenchullán, la posibilidad de que se establezcan empresas mineras en Pucón o Curarrehue es muy baja y prácticamente inexistente. Y que las razones de los pedimentos van por otro lado. “Particularmente en la zona de Curarrehue y Pucón no son concesiones mineras que tengan un interés minero o que apunten hacia un proyecto o actividad minera. Prueba de ello es que no hay ningún tipo de proyecto ingresado al Sistema de Evaluación Ambiental (SEA)”, dice Huenchullán, quien agrega: “Entonces la pregunta que surge naturalmente es con qué objeto se constituyen estas concesiones mineras. Y básicamente tienen otros fines como son energéticos”.
Según Huenchullán, lo que más se ve es que las personas y empresas solicitan estas concesiones para reguardar intereses con miras a proyectos, principalmente energéticos, a futuro. Es decir, si alguien desea instalar una central de paso se asegura con el terreno tanto en la superficie, como también en el subsuelo con la concesión minera. Así, evita litigios posteriores que signifique pagar derechos extras por el uso del terreno donde se instala. Esto se ha visto en otros lugares de la región, explica el coordinador de minería, como Renaico y Angol, en donde se instalaron proyectos eólicos y los empresarios decidieron, en paralelo, obtener concesiones mineras en el subsuelo para asegurar la no intervención de terceras personas en esa área. “Lo que hacen estas sociedades es constituir las concesiones para, en el fondo, proteger el proyecto que quieren desarrollar más adelante. Así ellos no tienen que negociar algún tipo de indemnización con otros porque se les adelantaron en la concesión minera”, dice.
También, en la zona, se piden este tipo de concesiones para la explotación de áridos y, específicamente en Pucón, para sacar la piedra laja de construcción conocida en el mercado inmobiliario como “piedra Pucón”. También hay una tercera bajada que tiene que ver con especuladores que sólo buscan hacer una “buena pasada” al vender las concesiones o negociarlas con los dueños de los predios superficiales. Algo cuestionable, por cierto, pero hasta donde se sabe legal. Por lo mismo son varios los propietarios de terrenos que, para asegurarse, deciden sacar ellos mismos las concesiones mineras en sus terrenos y así evitar problemas a futuro.
Ahora, según Huenchullán hay muchas concesiones de este tipo que al final se pierden porque los propietarios no siguieron pagando las patentes. En Curarrehue, por ejemplo, existen 16 concesiones mineras, una de ellas para un proyecto hidroeléctrico; otra para uno similar, pero que sus propietarios desistieron y las otras 14 estaban con patentes impagas. “De estas 16 concesiones 14 se encontraban con sus patentes impagas por lo tanto salen a remate a solicitud de Tesorería. En el caso de estas 14 salieron a remate en enero de 2023 y en febrero el tribunal las declara ‘terreno franco’ lo que significa que no fueron adjudicadas porque no hubo postores”, acota.
En Pucón, según el coordinador, se vive una situación similar, aunque con algunos matices: “En Pucón estuve chequeando el tema la semana pasada porque estaba consciente de la movilización del sábado. Son entre 15 y 20 concesiones de las cuales un tercio están canceladas por la misma situación de Curarrehue (patentes impagas). Hay otro grupo de concesiones, el otro tercio, tienen patentes impagas, pero todavía no salen a remate. El último tercio son las que están al día en 2023, pero se ignora si están pagando en 2024”. Ninguna de ellas, por cierto, apunta a un proyecto minero propiamente tal. Y en esto último Huenchullán es tajante: “Ni en Curarrehue ni en Pucón se ha presentado algún tipo de proyecto que apunte hacia una operación o actividad minera”.
Un dato, La Araucanía es una de las dos regiones, junto a El Maule, que no tienen seremi de Minería. Esto por la escasa actividad de este tipo en la región. Y lo anterior no es menor y, de alguna forma, ilustra que —por ahora— la posibilidad de que se establezca una industria minera tal como las conocemos es sólo una “amenaza fantasma” más que un problema real.