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Cultura

Narea y Tapia: Los Prisioneros después de Los Prisioneros

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Ambos músicos conversan de su agitada historia y también del quiebre entre Claudio Narea y Jorge González: “Nos han dicho muchas veces que no se echa de menos”.
Por Rodrigo Vergara

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Se suponía que sería un encuentro con fans de Los Prisioneros. Y el imaginario colectivo nacional pone a la banda ícono del rock chileno en un perfil de adherentes más o menos determinado: tipos cuarentones, nostálgicos de los ’80, enfundados en chaquetas de cuero y al comienzo la curva descendente de la vida. Pero nada de eso pasó. Un grupo de adolescentes, la mayoría de ellas niñas, se dio el tiempo de llegar hasta la Fuente Pucón, el local donde se hizo la reunión con Claudio Narea y Miguel Tapia. Ambos, parte de la agrupación que remeció las estructuras culturales en una década obscura y marcada por la dictadura militar. Sólo faltaba Jorge González, pero en estos tiempos, su ausencia pareciera ser parte del precio que cobró el rock. Y la gente, en principio, está dispuesta a pagarlo: nadie va a escuchar a Narea y Tapia. Todos quieren cantar y bailar las canciones de Los Prisioneros. Y así pasaría en la actuación que tuvieron horas más tarde en la Sala Murano.

Pero hay que volver a la previa de ese concierto. Ambos músicos sanmiguelinos se juntaron con los jóvenes. Hablaron algo de música, firmaron autógrafos y se sacaron muchas fotos. Las mismas que, a los pocos minutos, ya estaban etiquetadas en Instagram y Facebook. Y los rockeros parecían que se la pasaban bien con sus mini fans. Se adecuaban a su nuevo público, el mismo que pareciera estar más dado a letras relacionadas al sexo duro y al erotismo desenfrenado del reggaetón, que a la denuncia social que marcaron la música de los creadores La voz de los 80 y Pateando Piedras.

Y en ese contexto fue que Narea y Tapia se dieron un tiempo para dialogar con La Voz… Contaron de sus inicios como dúo que se remontan al año 2009, en la segunda versión de la Cumbre del Rock, evento que ese año se organizó en el Club Hípico de Santiago.
“Ahí salió la idea de tocar con Miguel y también invité a Profetas (la otra banda de Narea). Pero fue bien noticia que tocásemos con Miguel. Salió en todos los medios. A partir de ahí nos empezaron a invitar. Fue de una forma muy informal que partimos en 2009, hace ya nueve años”, recuerda Claudio Narea, quien insiste: “Éramos súper informales. Nosotros nunca habíamos cantado canciones como Tren al Sur, que la canta Miguel, o Quieren Dinero que la canto yo. Nunca las habíamos cantado. Era Jorge (González) el que las cantaba”.

Y, ante la pregunta sobre cómo es ser Los Prisioneros después de Los prisioneros, es Miguel Tapia el que responde: “Es rico. Me gusta. Tenemos, de algún modo, una banda distinta. Somos Claudio y yo, pero tenemos una banda que nos acompaña hace nueve años y somos casi los mismos músicos. Somos una banda muy sólida con un show muy sólido. Hemos tocado por todo Chile y estuvimos el año pasado en Colombia. Y eso lo hace súper rico. Y hoy estamos muy afiatados. Y pararse en un escenario y tocar canciones que toda la gente quiere y recuerda y que nos piden, siempre es muy agradable”.

Pero ¿cómo es ser Los Prisioneros sin Jorge González? Narea responde rápido: “No lo habíamos hecho nunca, pero la verdad es que se puede. Es algo que la gente siempre va a querer. Mucha gente nos ha dicho que ojalá nos juntemos, pero es imposible”.

Y ese “imposible”, quizás, genere incomodidad en los más fanáticos del grupo, pero pareciera que es algo que va más allá del complejo estado de salud de González o el publicitado quiebre con Claudio Narea.
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“Yo escribí un libro y ahí conté lo que pasaba. Lo que conté, sé que es todo verdad y ahí está. Y si bien yo me consideraba muy amigo de Jorge, la cosa se fue a pique. En cambio, entre Miguel (y Jorge) hay más contacto. Hasta están emparentados y tienen una sobrina en común”, cuenta Claudio Narea.

Tapia, por cierto, dice que mantiene el contacto con González, pero que hace cerca de un año que no lo ve. Cuenta que participó en el concierto homenaje “Una vez para siempre” (octubre de 2017) y que luego de eso lo estuvo visitando periódicamente durante tres meses. Luego de eso, Tapia se metió de lleno a trabajar en una producción de su banda (Travesía) y que desde ahí el contacto está algo perdido.

A mí me encantaría —expone Tapia— poder verlo a Jorge. Tengo que ver el momento y la oportunidad. Sobre todo, porque sé que su estado de salud es súper delicado. Lo sé por amigos en común que tenemos. Me encantaría poder verlo, pero todo va a depender de cómo está”.

Pero la opinión de Claudio Narea, es diferente. Para él, la posibilidad de juntarse y conversar es prácticamente inexistente: “No tengo mucho que decir, porque no es algo que yo haya pensado. No tengo mucho que decir al respecto”.

Y en lo musical, la presencia de González pareciera ser que tampoco es tan relevante, al menos, en esta etapa. “Afortunadamente por un lado y románticamente por otro, porque es lamentable; nos han dicho muchas veces que no se echa de menos Jorge. Y eso lo digo, lamentablemente, desde el punto de vista romántico por lo que fuimos nosotros como banda y amigos. Pero desde el punto de vista de lo que estamos haciendo con Claudio y con la banda que tenemos, que es súper sólida, eso nos hace muy bien”, transparenta Tapia.

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