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Cultura

Los “chicos buenos” del rock nacional

Publicado

en

*Por Rodrigo Vergara

Había una historia que circulaba en los medios de comunicación más alternativos a finales de los ‘80. Se decía que los Sexual Democracia no podían tocar en los colegios católicos por lo de “sexual” ni en los municipales por lo de “democracia”. Y en esos tiempos, en que ambos términos eran tabú, la banda fue posicionando su nombre en los círculos de la gloriosa Universidad Austral en Valdivia y luego en los escenarios de Chile.

Y claro, para un estudiante noventero como yo que cayó por casualidad en la carrera de Periodismo de la Austral (me dijeron que estudiar eso era fácil), escuchar a los Sexual o verlos en vivo en Yankilandia (un dudoso festival de rock valdiviano) o en cualquier escenario o fiesta del campus de la Isla Teja era sinónimo de jolgorio y un buen carrete asegurado. Y así era.

Pero los años pasaron y los Sexual Democracia nunca se fueron. Obviamente, cambiaron miembros, pero el incombustible Miguel Barriga siguió dando jugo y presentándose con esa extraña, pero agradable mezcla de sonidos y estilos que pasaban por el rock, la cumbia, la guaracha, rancheras y otros tantos. Es verdad, ahora eso lo hacen muchos, pero en aquellos años era algo raro. No tenían la elegancia y calidad musical de Los Jaivas o la masividad de Los Prisioneros; pero los sexuales eran sureños, lluviosos, engendrados en el frío y todo eso que acompaña a los que nacimos y nos criamos en estas tierras gélidas y húmedas que nos hace tener una personalidad acomodada a los encierros y al calor de una estufa a leña. Y, por cierto, bien lejana al desparpajo y canchereo santiaguino. 

Por todo lo anterior; volver a escucharlos la noche del sábado en su presentación en el casino Enjoy Pucón generó esa nostalgia de los años juveniles que hace rato quedaron atrás. Barriga sigue con su mismo desplante y, aunque la banda ya no cuenta con la mayoría de los músicos originales, las canciones viejas y clásicas sonaban igual que antaño. El hombre pasó por sus clásicos, bajó del escenario a bailar con la gente y se reía de sí mismo y con un público mayoritariamente entrado en años y marcando en la vida ya con un rol de abuelos, más que de papás. En fin, las décadas quedan atrás, pero Sexual Democracia sigue desparramando entretención y buena onda. Da igual que las letras no sean tan “evolucionadas” o que los más jóvenes se espanten o se ofendan cuando escuchan (por casualidad) canciones como “Me querrás igual” o “Ella gana más plata que yo”. Para los ochenteros y noventeros serán siempre “Los chicos buenos” del rock nacional. Y eso no cambiará. 

*Rodrigo Vergara es periodista y editor de LVP.

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