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Semana Santa: la copa que bebió Jesús

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Esta editorial especial de Semana Santa se escribe un día jueves, y aunque actualmente no contamos los días de la forma en que lo hacían en los tiempos de Jesús, es  el día en que (más o menos) Jesús orará al Padre para pedirle que si es posible pase de Él esta copa, pero que no se haga su voluntad sino la de Dios. Una oración que muestra angustia y mucho fervor. Es el propio Cristo rogándole a Dios que, de ser posible, pase de ÉL la copa. La pregunta es ¿qué copa? ¿Es acaso alguna especie de clave espiritual? Para nosotros en la actualidad así lo parece, pero para los tiempos de Jesús no tenía nada de misterio lo que Jesús decía. 

La Copa era una expresión que todos los Judíos entendía como la copa de la ira de Dios. El propio Dios había usado esa expresión en reiteradas ocasiones en la antigüedad para referirse a aquello que quienes desobedecieran a Dios recibirían.  ¿Entonces por qué Jesús pedía, de ser posible, no tomar la copa de la ira? Porque Él sabía que en la cruz debía beber la copa íntegra de la ira de Dios. Él podía verlo en la noche anterior y su cuerpo gemía por tal realidad.  No sólo por la envergadura del dolor que eso implicaría sino porque para poder recibir el justo juicio de Dios debía antes contaminarse hasta lo sumo con todo el pecado de la humanidad.  La Biblia nos explica que su santa corporalidad sería hecha pecado, lo que Dios desprecia y así recibiría la justa retribución de parte de Dios.  

Así dos mil años después hombres y mujeres pudieran tener la esperanza de no recibir la copa de la ira que está preparada para todos los hombres. Esta es la realidad del evangelio cristiano y es lo que recordamos estos tres días de Semana Santa. Es la fecha donde conmemoramos que Jesús en la cruz bebió la copa de la ira para que todos quienes crean y confíen en Él beban la copa de la bendición (la vida eterna).

Mientras usted lee esto debe saber que todo hombre está determinado para beber la copa de la ira, la misma que espantaba a Jesús. Los hombres la beberemos eternamente a menos que nos escondamos por la fe en aquél que la bebió por nosotros en la Cruz.  Lo que usted crea este fin de semana puede hacer toda la diferencia respecto a su eternidad.   Desde esta sencilla  sala de redacción les invitamos a reflexionar sobre las cosas importantes de la vida y nada puede serlo más que pensar en nuestra eternidad.

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