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La idea de la visita real
Hace casi 54 años la visita de la Reina Isabel II y su esposo, el Príncipe Felipe de Edimburgo marcó, sin duda, un antes y un después en la historia reciente de la comuna. No era habitual que en un villorrio de no más de 4.000 personas repartidas entre un pueblo pequeño y una amplia zona rural, caracterizada por su terreno agreste y montañoso; apareciera una personalidad mundial del tamaño de la dueña del trono británico.
Por lo mismo, la visita era todo un acontecimiento que, proyectado hacia el futuro, sería clave en el desarrollo de nuestra naciente industria turística. Todo esto debido a la idea de un empresario visionario de origen europeo conocido como Guillermo Pollak. Este había llegado del polvorín que era Europa previo a la Segunda Guerra Mundial. Pollak dejó su país natal (República Checa) antes de que ese polvorín explotara por la locura nazi y llegó al agreste sur de Chile. Acá abrió, primero, un salón de té y luego con platas de Corfo pudo levantar el vanguardista Hotel Antumalal (Corral del Sol en mapudungun).
Pollak tuvo la idea de invitar al matrimonio real a través del encargado de protocolo, Mariano Fontecilla. Probablemente el dato conocido por el empresario de la afición de Felipe por la pesca inclinó la balanza y propició la visita. Todo esto significó un impulso que hasta el día de hoy sigue, quizás, por un camino diferente al planteado inicialmente en el que Pucón se configuraba como un destino exclusivo, dedicado a pescadores de alto poder adquisitivo (de preferencia extranjeros) que quisieran desconectarse del mundo.
Como medio local quisimos rescatar esta historia, en medio del anuncio del fallecimiento de la reina, porque creemos que es necesario destacar el esfuerzo de muchos que nos antecedieron y la iniciativa privada, siempre trascendental a la hora del desarrollo de los países. Es necesario que entendamos como sociedad que el aporte de los privados es clave a la hora de generar riquezas, empleos y pagar los tributos que sostendrán los beneficios sociales tan justamente demandados. Y en esto último, la historia de la visita de Isabel a Pucón es un botón de muestra de hasta dónde puede llegar una buena idea como la que tuvo Guillermo Pollak.