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Fin al estado de excepción
A partir de este viernes uno de octubre el poder Ejecutivo decidió poner fin al estado de excepción constitucional en el que vivimos por 18 meses a causa de la crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus. Y, en los hechos, significa que se dejarán de lado dos medidas restrictivas de los derechos constitucionales: el toque de queda y los confinamientos masivos y territoriales conocidos como cuarentenas.
Y en buena hora que así sea. La salud mental y la del bolsillo no aguantaba ni toleraba más medidas de este tipo. Ni hablar de lo que vivimos en Pucón este último año y medio con una crisis sanitaria y económica que frenó a la iniciativa privada y purgó las cuentas bancarias de emprendedores y comerciantes. Y por más ayudas estatales o retiros del dinero destinado a las pensiones; no hay mejor medida en contra de la miseria que el trabajo y la libertad de ejercer actividades comerciales lícitas.
Pero la otra cara de la medalla es que la pandemia no ha terminado y, según los expertos, está algo lejos de finalizar. Por lo mismo es necesario mantener siempre los cuidados y seguir las recomendaciones que nos hacen los expertos y que son archiconocidas por todos. Pero hay más. La necesidad de mantener en alto la demanda por el proceso de vacunación.
Y es en ese sentido que desde esta redacción llamamos a los rezagados del programa inicial a que se pongan al día y a quienes les corresponde las dosis de refuerzo que no lo dejen como algo opcional. A estas alturas del partido hay suficiente evidencia para dejar de lado dudosas teorías conspirativas y entender que las inyecciones son seguras. También el llamado es a los padres para que vacunen a sus hijos cuando les corresponda. Las vacunas, en la historia de la humanidad, han salvado vidas y lo seguirán haciendo. No tomar en serio este proceso es una muestra de irresponsabilidad social muy lejana a lo que se necesita en tiempos de crisis.