Editorial
Auditoría en Bomberos
El reportaje de La Voz… publicado el domingo pasado que hacía pública una auditoría a la Tercera Compañía de Bomberos trajo una serie de implicancias de una profundidad que, aún no conocemos en su real magnitud. Lo más relevante, por ahora, es el anuncio del Ministerio Público de la apertura de una investigación penal ante la eventualidad de la comisión de delitos. Y, de hecho, la misma auditoría lo deslizaba en sus conclusiones y apuntaba a que el asunto se judicializara para que fuera un ente externo quien definiera sobre el fondo del mal manejo de recursos.
Pero más allá de los resultados de la investigación penal; la que podría chocar en una serie de elementos externos como la prescripción o la necesidad de que un tercero como el Servicio de Impuestos Internos se haga parte en la causa para que ésta llegue a puerto; llama la atención que en cuatro años nada de esto se hubiese conocido. Y cuando nos referimos a esto, no enfocamos solo en la opinión pública que siempre tiene el derecho a saber lo que ocurre en una institución tan querida y respetable como nuestros bomberos; sino que también en la interna de la organización; ya que nos consta que dicha investigación administrativa solo era sabida por unos pocos.
El punto es que es menester aclarar, más allá de si la contabilidad está actualmente ordenada (es un mínimo pedir después de cuatro años), el fondo de esta situación. ¿Por qué el desorden? ¿Por qué guardar dinero en la casa o en cuentas particulares? ¿Qué pasa con el estacionamiento, las rifas o la feria? ¿Por qué no se sancionó a nadie en su oportunidad? En fin, son una serie de interrogantes que la institución, por su propio bien y credibilidad, debe aclarar ante la comunidad.
Los bomberos son una institución altamente valorada y querida por los puconinos. Y en estas mismas páginas le hemos dedicado elogiosas y merecidas palabras por su trabajo abnegado para con todos. Por lo mismo, no se puede traicionar esa confianza y credibilidad que la comunidad pone en la institución. Por eso, valoramos de sobremanera la decisión de la superintendencia y el directorio de abrir una investigación paralela en este caso y tratar, en la medida de lo posible, de llegar al fondo sobre lo que sucedió hace cuatro años atrás. Sin embargo nos parece necesario que para brindar cualquier tipo de garantías al proceso que aquellos cuestionados en esa auditoría deben permanecer lejos, apartados de la investigación y de la institución mientras dure esta crisis. La credibilidad de una organización que valoramos todos debe ser protegida bajo altos estándares y resultaría incomprensible que los implicados permanezcan como si nada estuviera pasando.
Es un hecho que de las crisis hay una posibilidad de salir fortalecidos. Y esta es una oportunidad única que tiene la institución de cimentar su credibilidad y transparencia. Esto, sin bajarle el perfil a la fuerza a la situación, sin argumentos espurios; y bien lejos de arengas vacías y santificaciones inexistentes, sino que con acciones y señales concretas. Sabemos que cada institución u organización está formada por personas. Y la condición humana imperfecta nos hace proclive a cometer errores. Nadie está libre, pero es mayor el equívoco cuando no reconocemos nuestras faltas o hacemos como que no existen.
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