Todas las voces necesarias

Llevamos casi 15 días de una crisis que, para bien o para mal, tendrá ribetes de histórica. Y Pucón no ha estado ajeno a todo el acontecer nacional que vive momentos definitorios en medio de un conflicto social que le explotó al gobierno en la cara y del que aún no se ve una salida clara. Y si bien los primeros días, las marchas y manifestaciones locales vinieron acompañadas de una violencia inédita para nosotros; con el correr de los días ésta se fue aplacando y solo quedó la manifestación de la calle que, además del descontento nacional, hizo su bajada local poniendo (una vez más) los problemas locales en el tapete. 

Pero sin duda que faltan voces que se unan a la discusión. Por ahora los grupos ambientalistas han marcado la pauta y han hecho un trabajo que se valora porque de verdad —tal como lo dijimos en una editorial casi a los comienzos de este diario— pusieron en la mesa tema que son relevantes para nuestro desarrollo social, cultural y económico. Y, en relación al último, es relevante ya que nuestra principal industria se basa en el turismo y un turismo con características especiales que pone en la belleza ambiental la apuesta más dura.

Entonces, si de verdad queremos sacar nuestra comunidad adelante y no sólo abogar por pequeñas ganancias políticas de corto plazo, es necesario que más voces se unan a la discusión. Sea esta en cabildos, organizaciones ciudadanas, reuniones, juntas de vecinos, etc. Y en esto no pueden estar ajenos los dirigentes sociales históricos de la comuna y tampoco los emprendedores y empresarios. Eso porque a este Pucón lo sacamos todos adelante.

Por lo pronto, seguimos el devenir de la movilización nacional y también el decantamiento de la local. Porque, La Voz…, independiente de su mirada editorial conocida por todos, puede ser (y creemos que lo es) un punto de encuentro de las diferentes voces de todos los colores y de todos los orígenes sociales. Porque si establecemos que la violencia de unos pocos nunca fue el camino, la conversación de los muchos sí podría pavimentar nuestra ruta a un desarrollo más inclusivo, cuidadoso y en el que los beneficios de nuestra industria madre puedan llegar más profundo en nuestra sociedad. Y esto, convengamos, sería un buen bálsamo restaurador.