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Editorial

Ordenanza de alojamientos

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Llamó la atención del país hace algunos días la inédita ordenanza municipal puconina que pretende regular el funcionamiento de establecimientos que entregan el servicio de alojamiento comercial. Y esto, según entendemos, es el fruto del arduo trabajo de los equipos técnicos de la municipalidad, junto a los gremios del turismo; quienes han reclamado permanentemente el aumento de los alojamientos que no cumplen con las disposiciones establecidas en el marco jurídico. Y que, según ellos, les brindan una competencia desleal, ya que la mayoría de ellos no paga impuestos y eso es algo que no está bien.

Y entendemos que es bueno que los servicios de alojamiento se regulen y más allá del fondo de la ordenanza, quisimos reparar en algunos elementos que nos llamaron la atención como medio. Primero, la poca prolijidad con que esto se sacó a la opinión pública. Ya, a los pocos minutos de aprobado hubo quienes (quizás con un exceso de ansiedad) lo subían a sus redes sociales arrogándose el resultado de sacar una “ordenanza inédita” para el resto del país. El problema de eso fue que la comunicación, sin ningún control, se difundió rápidamente y los medios capitalinos lo tomaron por dos de sus aristas más controversiales: la primera, que se sancionaría a lo turistas que prefirieran los alojamientos informales y, lo segundo, que también se perseguiría a quienes arrendaban sus casas por la temporada de verano.

Y estos dos elementos son malos. El primero, porque en tiempos de crisis, en los que necesitamos de los turistas, damos una señal contraria: la sanción. Es decir, una especie de invitación a no venir sino se hace bajo las reglas que nosotros mismos les imponemos, lo que atenta contra el derecho humano de hacer nuestras propias elecciones. Y lo segundo (sancionar a quienes arriendan las casas), va contra una costumbre arraigada de los puconinos por décadas: sufrir estrecheces en verano para arrendar la casa a los veraneantes y poder sacar un dinero extra para los inviernos largos. Castigar eso es malo por donde se le mire y además podría transgredir principios legales estructurales.  

Fue en ese contexto que tuvieron que salir las autoridades municipales, incluyendo a la encargada de Turismo de la municipalidad, Carolina Ruiz; a explicar el real espíritu de la ordenanza que es, hasta donde entendemos, perseguir a los inversionistas que compran departamentos en condominios para luego arrendarlos y que quienes están en el negocio del hospedaje informal, puedan regularizar sus emprendimientos; lo que obviamente es positivo y necesario para todos.

Ahora, independiente de si la ordenanza va a poder ser aplicada (será complejo vigilar aplicaciones de internet para chequear quién arrienda y quién no) y de los alcances legales de la misma (¿estará dentro del marco de la ley prohibir arrendar un inmueble?), muchos de los problemas que se generaron con la ordenanza, principalmente en redes sociales, hubiesen sido minimizados si esto se hubiese transmitido adecuadamente desde un comienzo. La comunicación es importante y las políticas comunicacionales deben aplicarse y adecuarse por sobre los afanes de protagonismo o la ansiedad de algunos. En tiempos complejos, comunicar bien es trascendental.

Además resulta inexplicable e indefendible el pésimo momento para hacerlo, la controversia era totalmente predecible y hacerlo al comienzo de la temporada estival resulta un despropósito. Creemos que las cosas se pueden y se deben hacer mejor.

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